La “cueca en pelotas”

15 de Agosto 2021 Columnas

Fueron la cuarta fuerza en llegar a la Convención Constituyente. La Lista del Pueblo (LDP) arribó como la gran sorpresa, que incluía a independientes unidos en torno al estallido social de octubre de 2019 y la necesidad de devolver la dignidad al “pueblo”, ese ente inorgánico cuyo nombre ha sido utilizado como bandera de lucha a lo largo de toda la historia con distintos nombres: la “gente”, la “ciudadanía”, la “opinión pública”.

El concepto de pueblo proviene del latín populus y según recuerda el académico Patricio González Marín, hace referencia a un grupo humano reunido en un espacio y tiempo dados. Y quizás ahí está el problema por el cual el devenir de la LDP se ha convertido, en buen chileno, en un despelote durante los últimos días. No está claro que precisamente todos quienes conformaron ese pueblo que salió a marchar durante el estallido social, esté hoy en el mismo tiempo y espacio.

Así, en las últimas semanas hemos visto todas las malas prácticas –asociadas por ellos mismos a la “política tradicional”- reunidas en este grupo humano: la renuncia de dos convencionales a sus filas –Loreto Vidal y Elisa Giustinianovich- por considerar que la orgánica no estaba representando a todos los tipos de “pueblo”; la disputa por quién liderará al grupo en la elección presidencial, con una fallida nominación del exsindicalista Cristián Cuevas, que a las pocas horas fue reemplazado por tres nuevas caras: Diego Ancalao, Soledad Mella e Ingrid Conejeros. Lo insólito: ambas informaciones se conocieron a partir de comunicados con el logo de la LDP. ¿Cuál fue el real? No está claro. Y pese a que la bolsa de gatos intentó ser explicada por los líderes del movimiento, más parece una lucha de egos y una disputa por el poder dentro del grupo, que una equivocación inocente. De hecho, la expulsión de dos miembros del conglomerado por supuestamente “robar” cuentas de Twitter y correos oficiales, echó más pelos a la sopa. Y la llegada de una primera escisión –la Lista del Pueblo en Resistencia- parece digna de un partido con muchos años en el cuerpo, no un movimiento recién formado.

A eso se agregan otras situaciones igual de confusas y cuestionables, como la investigación llevada a cabo por el Servel sobre los gastos de campaña de la Lista del Pueblo. Según publicó Ciper esta semana, el grupo ya alejó a un excandidato a constituyente y a su coordinadora de campaña, por pagos a familiares por servicios de campaña. Y no son los únicos. Habría alrededor de 20 boletas y facturas de familiares de los candidatos de acuerdo a la publicación.

En ese escenario, al finalizar la semana laboral algunos comenzaron a acusar que dentro del movimiento “se ha instalado la idea del enemigo interno. Es una cultura donde se castiga a quienes deciden emprender cualquier tipo de iniciativa que no se condiga con la que el liderazgo de facto levanta, con prácticas que muchas veces rayan en el fascismo”.

En la otra vereda, hay dirigentes que han manifestado estar algo alejados y otros que han pedido no electoralizar el movimiento y concentrarse en la nueva Constitución. Sin embargo, la intención de ir a las presidenciales sigue vigente en la agrupación que ahora insiste en ir a primarias con sus tres candidatos, además de un solitario Cristián Cuevas que dice seguir en carrera.

Así las cosas, cuesta imaginarse la gobernabilidad que puede prometer la LDP en una hipotética Presidencia de la República. Si a solo un par de años de haber surgido como movimiento las diferencias no solo son profundas y de fondo, sino, además, públicas. Cuestionado al respecto, uno de sus fundadores, Rafael Montecinos, dijo en The Clinic que “va de la mano de la humildad de estas personas que van como precandidatos para que puedan ser la voz del pueblo y tengan su confianza. Somos una organización joven, con poco tiempo y sin trayectoria política, pero creemos que podemos gobernar como pueblo”.

Claramente “creer” que se puede “gobernar como pueblo” no es suficiente para dar tranquilidad a los votantes. Menos cuando el concepto de “pueblo” es tan líquido como las distintas sensibilidades dentro de la LDP. Pero, además, la ciudadanía tiene fresco el rechazo por los partidos políticos tradicionales y las malas prácticas de las que han hecho gala en la última década. Y está por verse si sigue disponible para respaldar a quienes se alzaron como una alternativa a esos vicios, pero cayeron rápidamente en ellos. La “cueca en pelotas” que –en buen chileno- montó la Lista del Pueblo esta semana probablemente no les saldrá gratis.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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