La Casa de Italia de Viña del Mar

19 de Junio 2017 Columnas

La declaración de la Casa de Italia como monumento nacional es una excelente noticia que entrega la tranquilidad de que no será demolida como ha sucedido con otras propiedades. Junto con esto, nos permite valorar este espacio como testimonio de la historia de Viña del Mar y reflexionar sobre el rol de las autoridades y los privados en la preservación del patrimonio.

Viña del Mar ha sufrido un cambio urbano que ha sido vertiginoso durante las últimas décadas. La ciudad ha sufrido de un apetito inmobiliario que ha contado con la complicidad de las autoridades, quienes no han sido capaces de conciliar un crecimiento –necesario acorde con un perfil determinado. Basta con que se cumplan algunas normas básicas para que los edificios proliferen, menoscabando la identidad de la ciudad en pos de la modernidad.

A raíz de esta falta, muchas casonas tradicionales de Viña del Mar han sido demolidas de la noche a la mañana, perdiendo la oportunidad de preservar un casco histórico de la ciudad. Esto genera que los habitantes más jóvenes no sean capaces de valorar el patrimonio y que asuman que el centro de Viña sean los malls.

El soterramiento de la vía férrea y de la estación de Viña del Mar ha favorecido esta amnesia.

Muchas ciudades crecieron en torno a la línea del tren porque era el principal medio de transporte entre una ciudad y otra. De la misma forma como los terrenos se valoran en la capital según su cercanía con las estaciones del metro, hace más de un siglo, la plusvalía de los terrenos se determinaba por la distancia con la estación ferroviaria. Así ocurrió en Viña del Mar, los primeros hoteles, la parroquia y las grandes casonas se instalaron a pocas cuadras de la estación que permitía llegar rápidamente al puerto, al interior ya la capital.

La Casa de Italia y la manzana en la que está inserta son un vestigio de ese pasado señorial que engalanó la ciudad a inicios del siglo XX. Era la época del Palacio Vergara, Palacio Carrasco Club de Viña del Mar y Castillo Brunet, por mencionar algunos.

Emilio Toro nos recuerda que se construyó en la década del 20 para Carlos Werner, dueño de la fábrica de paños Bellavista Tomé, quien por prescripción médica, se tuvo que trasladar desde el sur a la Ciudad Jardín.

Aunque la recomendación pueda ser discutible a estar alturas, debió haber estado influenciada por uno de los grandes promotores de la ciudad, Benjamín Vicuña Mackenna, quien había asegurado que Viña del Mar poseía la temperatura del “paraíso terrenal”.

Siguiendo el relato de Toro, el año f941 la casa fue adquirida por el inmigrante y empresario de origen griego Jorge Mustakis, quien, tiempo después, la vendió a un grupo de inmigrantes italianos en 1962, dando vida al nombre con que la reconocemos actualmente.

Las polémicas surgidas en este último tiempo respecto al futuro de esta propiedad deben ser un llamado de atención para otros bienes que se encuentran en una situación similar. Asumiendo que los privados velan por sus propios intereses la ley de declaración patrimonial se ha transformado en una verdadera desgracia para sus propietarios.

La ley no basta, ésta debe ir de la mano con el desarrollo de una conciencia patrimonial y con una actitud acorde. Es interesante que entre los pocos puntos que decía Adam Smith que debía intervenir el Estado en la economía, se encontraba el deber de preservar ciertas obras públicas que jamás serán del interés de ningún individuo o pequeño número mantener.

La Casa de Italia está ahora en esa categoría.

No basta con que el intendente, gobernador, ministro, alcalde o Presidente diga que puede ser demolido y que 110, tiene que hacerse cargo de su decisión. En este caso, la Municipalidad tiene una oportunidad única para comprar este edificio y poseer un Palacio Consistorial acorde al rol de la ciudad, como lo fue en alguna oportunidad el Palacio Carrasco.

El actual edificio municipal, si bien pudo haber sido una moderna construcción en la década de los 80, hoy en día puede cumplir un rol funcional, pero deslucido para una Municipalidad que pretende ser la Capital Turística de Chile.

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