La actitud de Chile

8 de Julio 2017 Columnas

La actitud es todo, concluye el historiador español Víctor Küppers, cuyas charlas tienen revolucionadas las redes sociales. Su tesis se basa en que el valor de una persona se expresa en tres cosas: sus conocimientos, sus habilidades y su actitud. Pero de todas, la actitud es la clave. Al final, dice, nadie te quiere porque tienes un postgrado o hablas bien inglés. Te quieren por tu forma de ser. “Y todas las personas fantásticas, tienen una forma de ser fantástica; y todas las personas de mierda, tienen una forma de ser de mierda”.

Lo anterior no significa que los conocimientos o las habilidades no sean importantes. Nada peor que un ignorante motivado, advierte Küppers. Y vaya que tiene razón. Pero también es cierto que un sabelotodo amargado, es una pésima combinación.

Me acordé del tema durante la final de la Copa Confederaciones entre Chile y Alemania. Pese a que perdimos, quedé contento. ¿Por qué? Por la actitud de nuestra Selección. Porque verlos jugar sin achicarse, con ganas, con personalidad, es un placer. “Qué guapo es este equipo de Chile”, repetía el comentarista argentino con admiración, al ver que nunca se rindió, que siempre buscó y demostró que era un digno finalista.

Esto es nuevo. Es cierto que probablemente tengamos la mejor selección de la historia. Saben de fútbol y les sobra habilidad. Pero la clave, a mi juicio, es su actitud. No son el mejor equipo del mundo, pero juegan como si lo fueran. Y por eso les va bien. Y por eso, todos los quieren. No solo porque han ganado títulos, que es importante; también por su actitud.

Sigue siendo un misterio en qué minuto nuestra selección se puso guapa, como dicen nuestros vecinos. Para mí, ese siempre fue un atributo de ellos, no nuestro. Como sea, hay que aprovecharlo y mantenerlo. Y, también, contagiarlo.

Curiosamente, nada de aquello ha sucedido. Porque mientras La Roja se pasea por el mundo derrochando actitud, el país hace justo lo contrario. Solo trasmitimos desesperanza y angustia. Esto es evidente en todo el mundo político, donde la izquierda habla con un discurso desesperanzador, de una sociedad injusta, desigual, poco inclusiva. Y desde la otra vereda, la derecha, con los argumentos contrarios, dice que estamos peor que nunca. En suma, un país destruido.

Víctor Küppers dice, respecto de las personas, que todos tenemos vidas difíciles, complejas, llenas de problemas. Esto tienda a agobiar y deprimir. Pero, incluso así, hay algunos que van contra la corriente, que dan la pelea con actitud y salen adelante. “Que saben que, al final, la vida es fantástica y hay que vivirla así”, dice. Bueno, lo mismo pasa con los países. Es cierto, no estamos en nuestro mejor momento, pero vivimos en un país fantástico. Eso lo saben todos. Y, por eso, el mensaje político no llega a la gente.

Y ojo, tampoco se trata caer en la “marea roja”, una patología que lleva a un entusiasmo desmedido y que hace perder el sentido de la realidad. Eso es tontera. De lo que se trata, simplemente, es de entender nuestras fortalezas y debilidades, y salir jugando con la actitud que merece Chile.

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