Indecisión y adolescencia política

4 de Octubre 2020 Columnas

“Podría haber sido mejor”, dijo Heraldo Muñoz, presidente del PPD, al ser consultado sobre cómo había estado su día el miércoles recién pasado, cuando cerca de las 21:00 horas llegó al Servel a inscribir el pacto para primarias de convergencia progresista, la Democracia Cristiana, el PRO y Ciudadanos, con miras a las elecciones municipales y de gobernadores regionales.

Ese estado de ánimo manifestado por el timonel PPD da cuenta precisamente de lo que fueron los últimos días y horas, antes del plazo fatal para la inscripción de los pactos, que vencía precisamente el miércoles a la medianoche y para lo cual la centroizquierda hizo infructuosos intentos con el Frente Amplio y el Partido Comunista, para aglomerar a la oposición de cara a abril próximo.

En las tratativas, el Frente Amplio se mostró ambiguo desde el inicio de las conversaciones, planteando que estaba dispuesto a negociar, luego que no, luego que sí nuevamente, para terminar dando un portazo a la ex Concertación e inscribiendo sus propias primarias en el Servel. Finalmente, la oposición terminó dividida en tres grupos: los frenteamplistas, por una parte, Convergencia progresista hizo lo propio en conjunto con la DC, el Pro y Ciudadanos, y el PC decidió quedar fuera del proceso.

Si bien las condiciones exigidas por el FA para un posible consenso tenían lógica (fijar un mínimo programático, vetar candidatos vinculados a casos de corrupción y no proteger a alcaldes en ejercicio), el problema está en que, más allá del mundo de los ideales, en la práctica su postura intransigente -el adolescente rebelde- no les permite convertirse en una alternativa real para llegar al poder, sobre todo si tienen en mente alguna vez convertirse en gobierno.

Porque, de hecho, no se debe olvidar que lo que suceda en las municipales, siempre se ha considerado una tendencia de lo que pasará en la presidencial. Mucho más en 2021, cuando solo habrá meses de diferencia entre una definición y otra.

En todo caso, la posibilidad de articular a toda la centroizquierda parecía más bien un ejercicio en extremo voluntarista. ¿Qué pueden tener hoy en común el Frente Amplio y la Democracia Cristiana? Desde ese punto de vista, llegar a un acuerdo solo pensando en alcanzar el poder tampoco parece sincero de cara a la ciudadanía y la baja estima en la que tienen al mundo político.

Bajo este mismo prisma, lo que queda hacia la opinión pública son los dimes y diretes que cruzaron la negociación, una conversación en la que los trapitos al sol se ventilaron sin pudor, hasta llegar a un resultado que era previsible. A ojos del ciudadano común, lo que queda en la retina es que el FA y el resto de los partidos de oposición -aunque también sucedió en el oficialismo, con mejores resultados eso sí- siguen utilizando las mismas prácticas que los han llevado a aparecer en los últimos lugares de las encuestas cuando de confianza se trata. Aquí sigue mandando la maquinaria política, que determina quiénes representarán al pueblo en las instancias de poder, no porque sean los mejores, sino porque es lo que la calculadora electoral manda.

En esta pasada, el FA no queda bien parado. Distinto sería si hubieran mantenido desde el inicio una postura de llanero solitario, como la tuvieron en las pasadas elecciones. Pero jugar al “sí, pero no, pero quizás” tampoco habla muy bien de convicciones, sino de oportunismo. Y eso muestra -como lo han dicho otros- una falta de madurez política que quizás con el tiempo llegará, pero aún no está aquí.

En otra vereda, el PC juega al “niño bonito” y mira desde la galería, esperando a ver si el FA decide acogerlos –¿o acompañarlos?- pensando en las próximas presidenciales. Pero tampoco tienen ningún terreno ganado, salvo contar entre sus filas a Daniel Jadue, el mejor posicionado en la centroizqiuerda para convertirse en candidato presidencial, aunque con apenas un 17% según las encuestas. ¿Será suficiente aquello para que el FA deje de dárselas de adolescente rebelde y termine pactando con miras a noviembre del 2021?

En esta indecisión y fracaso de las primarias también queda de manifiesto la falta de un líder ordenador en la centroizquierda. A diferencia de lo sucedido en elecciones anteriores, hoy el Presidente de la República no es de sus filas y tampoco existe una figura que sea considerada primus inter pares y que tenga la legitimidad para llamar al orden a los partidos. En la práctica, eso hace que las ovejas estén aún más descarriadas y el resultado sea un rotundo fracaso.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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