Historia repetida

18 de Noviembre 2017 Columnas

Muchos critican las encuestas, que no hay que creerles, que se equivocan, que están sesgadas. Pero hay un dato indesmentible: si uno mira la encuesta CEP, se puede observar que, desde la elección de 1989, el candidato que puntea en ellas un año y medio antes de la elección, siempre resulta ganador. Otras encuestas, más recientes, también ratifican aquello en las últimas contiendas presidenciales. En suma, en las seis elecciones que hemos tenido desde el regreso la democracia, la situación siempre es la misma. El que puntea primero, gana.

Mirado de esa manera, al menos en Chile, resultaría bastante simple predecir que Piñera será el próximo presidente, toda vez que viene punteando en las encuestas desde hace mucho tiempo. Claro, la historia siempre puede cambiar, puede haber sorpresas, pero mirando los números, nada ni nadie indica que la elección de mañana será una excepción.

Pero eso no es todo. Si la gente decide con tanta anticipación a quien será el elegido, también se puede concluir que todo lo que sucede en los últimos meses previos a la elección, esto es, los debates, los análisis, los millones gastados en campaña, las franjas de televisión y otros, nunca cambian el resultado. Solo sirven para afianzar algo que ya se sabía hace tiempo. Si la elección fuera en silencio, el resultado sería el mismo.

Esto nos puede decir dos cosas: que la gente no se informa para votar. O, que el ruido final no le aporta nada significativo para alterar su decisión. Bueno, yo me inclino por lo segundo. Los electores tienen muy claras la razones por las que eligen una persona. Y, pese a que prestan mucha atención a los debates, franjas o discusiones -todos han tenido alta audiencia-, parece que nada de lo sucedido en ellos, les llama la atención. Al menos para cambiar el voto de la mayoría.

¿Significa aquello que todo esto está demás? Por supuesto que no. Primero, porque los electores necesitan información. Segundo, porque siempre puede haber una sorpresa. Pero, también habla de que la efectividad de aquello pasa por entregar datos relevantes, por un mayor entendimiento de lo que está pasando.

Y, en esto, estamos al debe. Por ejemplo, a Piñera, en las entrevistas y debates, lo cuestionan permanentemente sobre las razones por las cuales no puede ser nuevamente presidente. Le discuten el legado de su primer gobierno o le sacan en cara cualquier hecho de su actuar en el pasado. Esa es una forma de ver las cosas. Pero, dado que sabemos hace tanto tiempo que probablemente será presidente, ¿no sería útil saber por qué sucede aquello? O sea, en vez de intentar doblarle la mano al destino -cosa que no sucede-, ¿no sería mejor intentar entenderlo? Y así ayudar a responder algunas preguntas relevantes que hoy no tienen respuesta: ¿Qué cambió para que vuelva a ser presidente? ¿Acaso se derechizó Chile? ¿Qué espera la gente de Piñera? ¿Solo gestión?

Publicado en La Tercera.

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