Hillary vs Hillary

3 de Marzo 2016 Noticias

Escuela de Periodismo

Pulso

La euforia en el rostro de Hillary Clinton al celebrar con sus adherentes el triunfo sobre Bernie Sanders, en la jornada del llamado “Súper Martes”, es sinónimo de victoria pero quizás también esconda algo de miedo y frustración para quien ha sido tan esquivo el sillón presidencial del país más poderoso del mundo.

Hillary ganó 6 de los 11 estados en disputa, con porcentajes holgados en cada uno de ellos; incluyendo el botín más preciado por el alto número de delegados que aporta: Texas. Sin embargo, la ex Primera Dama y su equipo saben que esos territorios corresponden principalmente al sur, con una buena base afroamericana; un electorado al que Clinton llega con ventaja desde hace meses. En otras palabras, es la consolidación de algo medianamente esperable.

Un resultado distinto hubiera sepultado su oportunidad de medirse en la recta final ante un republicano; tal como le ocurrió en 2008 ante Barack Obama. En esa oportunidad Clinton hizo una pésima campaña  perdiendo su ventajosa posición en el plazo de un año. Entre febrero de 2007 y febrero de 2008, pasó de tener 19,6 puntos de ventaja a 1,0 en contra. Frente a Sanders reaparecieron esos fantasmas; entre febrero del año pasado y febrero de este año, ha tenido una brutal caída en picada: partió 55,3 puntos sobre su contendor y ahora sólo los separan 4,7 puntos (47,6 vs 42,9 según sondeos).

Tras el “Súper Martes” muchos medios se preguntan si Hillary se medirá o no ante Trump. Me atrevería a decir que no es el polémico magnate, ni siquiera Bernie Sanders con quien Clinton debe lidiar para llegar a la Casa Blanca. Se trata de Hillary vs Hillary.

Una mujer que ya en los noventa sonaba como opción presidencial, que entregó su capital político a su carismático esposo para permitirle llegar a la primera magistratura, a quien luego salvó del repudio ciudadano al perdonarle públicamente tener relaciones sexuales con una becaria. Desde entonces ha estado en la primera línea, como candidata eterna, lo que produce un evidente desgaste.  A eso se suma la abrupta derrota en su primera aventura presidencial, cuando los estadounidenses se preguntaban: ¿una mujer o un afroamericano?

En esa oportunidad, cuando perdió la primaria ante Obama, Hillary fue fundamental para que éste llegara a la casa Blanca, ayudándole a conseguir votos del ala demócrata más conservadora, como la comunidad judía que temía en ese entonces que Obama fuera pro árabe y afectara intereses de Israel en Medio Oriente (por algo dejó a Hillary como jefa de Relaciones Exteriores cuando asumió).

Si Clinton logra derrotar a Bernie Sanders en las primarias demócratas necesitará el mismo apoyo, para acercarse al electorado joven que la considera una candidata “de la vieja política”. Esos nuevos votantes, que se identifican con el discurso de Sanders contra Wall Street y el establishment le preguntarán a Hillary por su slogan de campaña (“Fighting for us”) y le dirán ¿Contra qué vas a pelear? ¿De qué nos vas a defender?

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