Señor Director:

Con gran preocupación y decepción hemos recibido la noticia de que los estudiantes de tercero y cuarto medio tendrán la asignatura de Historia solo como optativa, con el argumento de que desde séptimo básico a segundo medio se cumplirían todos los contenidos del currículum exigidos por el Ministerio de Educación.

Esta decisión recuerda aquella que, hace un tiempo, se tomó en relación con la asignatura de Filosofía y que dejaba a esta última en una posición muy desmedrada en el currículum escolar, la cual, felizmente, a partir de la presión y crítica general de todos los sectores, fue revertida.

Hoy, todos, sin duda, estamos convencidos del valor e importancia que tiene la enseñanza de la Filosofía en el modelo educativo escolar. Sin embargo, a poco tiempo de los sucesos anteriores, toca el turno de cuestionar la asignatura de Historia y, nuevamente, estamos frente a una reacción general de rechazo a esta poco afortunada decisión, más aún, en tiempos en que ha cobrado fuerza la necesidad de promover el desarrollo del pensamiento crítico, y que ha llevado a que, precisamente, disciplinas como la Historia, la Filosofía y la Literatura sean protagonistas en modelos educativos exitosos en instituciones expertas a nivel mundial.

Nadie puede dudar del valor de la historia en la formación del pensamiento crítico y, sobre todo, en la formación ciudadana. Si esto último se quiere profundizar, no puede ser a costa de cercenar los fundamentos de la misma. De hecho, el conocimiento de la experiencia histórica es el pilar fundamental de la memoria, aquella que tanto nos esforzamos en preservar para no cometer los errores del pasado. Y este conocimiento, así como su profundización y análisis, no debiese estar ausente en ningún momento de la formación de los estudiantes de enseñanza media, menos aún de aquellos que por ser mayores pueden abordar la interpretación y análisis de procesos históricos complejos y advertir lo relevantes que son para su propio presente.

Concordando con los juicios expresados por destacadas figuras nacionales, así como por expertos en educación y académicos en general, es que, como Departamento, hacemos un llamado a las autoridades a revertir esta decisión errada, lo cual solo confirma que en educación, desde hace tiempo, se privilegia la economía del conocimiento y no la formación de ciudadanos conocedores del pasado y comprometidos con el futuro. En ese sentido, serán los jóvenes quienes, al recibir una formación mutilada, verán mermado su aprendizaje y juicio crítico.

Creemos que el debate debería centrarse en pensar cómo enseñar historia hoy, tarea que desde hace tiempo requiere reformas y aplicación de metodologías que busquen no solo el aprendizaje de contenidos, sino el que las personas tengan afecto y valoración por la disciplina, tema que en la actualidad no se cumple si se insiste en que la historia es sinónimo de fechas, datos y buena memoria.

Publicada en El Mercurio.