- Doctor en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, 2012.
- Magíster en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
- Licenciado en Humanidades, Ciencias de la Comunicación y Ciencias de la Educación, Universidad Adolfo Ibáñez.
- Periodista y Profesor, Universidad Adolfo Ibáñez.
Hay que reconstruir el Barrio Puerto
Gonzalo Serrano
El anuncio del presidente de la Empresa Portuaria de Valparaíso de desistir de la construcción de un edificio corporativo en el antiguo Palacio Subercaseaux en calle Serrano es una pésima y lamentable noticia.
Se entendería, tal como lo ha mencionado este diario, que una determinación de este tipo surja de la empresa privada, pero no de una que tiene un carácter estatal. El Estado no puede operar con las mismas lógicas de los privados. Ya lo decía el propio Adam Smith, padre del liberalismo económico, que establecía que el Estado debía intervenir en el sostenimiento de algunas obras que, por su escasa rentabilidad, ningún privado se interesaría en mantener.
En ese sentido, no aplica el argumento del presidente de EPV de indicar que la inversión es muy alta para un edificio de no más de 80 personas. Si se hubiese operado bajo las lógicas del mercado, no existirían el molo ni muchas otras construcciones que, en el largo plazo, han sido claves en el desarrollo regional y nacional.
Son estas premisas las que hacen que los habitantes de Valparaíso parecieran estar condenados a ver cómo se ejecutan proyectos en otras partes y cómo el Puerto, de ser un espacio estrechamente conectado con el crecimiento de Santiago, se ha terminado transformando en el último siglo, en el patio trasero de la capital.
Quizás el mejor ejemplo de esta triste realidad fue observar la inauguración de la línea 3 del metro, compuesta por 18 estaciones y 22 kilómetros, mientras que aquí en la región, llevamos años esperando que se reactive el metro tren desde Limache a La Calera, 23 kilómetros de vía y cinco estaciones. El primer proyecto costó U$1. 700 millones de dólares. La extensión del metro Valparaíso costaría, en tanto, solo un cuarto de lo que se invirtió en la línea 3.
Nos encontramos en una situación crítica. Sin contar con el drama humano que implicó el terremoto de 1906 con casi cuatro mil muertos, en términos materiales, la realidad porteña pareciera ser peor que la de inicios del siglo XX y, por lo mismo, requiere de una intervención similar a la que vivió la ciudad luego de la catástrofe, en especial, en zonas patrimoniales donde la densidad poblacional ha descendido bruscamente.
Así como luego de la catástrofe de 1906 se conformó, de forma natural, una Comisión General de Vecinos, liderada por el alcalde y el intendente de la ciudad y que luego dio paso a la creación por ley de una Junta de Reconstrucción del Almendral, se podría hacer algo similar con el Barrio Puerto que pareciera, literalmente, caerse a pedazos.
El Estado, a través de la EPV y de otras empresas, podría, como se hizo luego del terremoto, expropiar e intervenir en un diseño que, a diferencia del proyecto modernizador que estaba detrás de la reconstrucción de El Almendral, rescate la esencia de lo que fue alguna vez el corazón de Valparaíso.
Si en 1906 la urgencia era dar vivienda a quienes habían quedado sin casa producto de la catástrofe, la de ahora es aprovechar la baja densidad del Barrio Puerto para que aquellas personas que viven en los campamentos ubicados en los cerros, tengan la oportunidad de contar con una vivienda digna con servicios básicos y cercana al comercio.
Finalmente, es de esperar que la decisión del presidente de la empresa portuaria no esté condicionada por el color político del alcalde, ni tampoco que sea un ajuste de cuentas por su rol en el paro de los portuarios y, menos, que se trate de una táctica para frenar su carrera política.
Una mezquindad de este tipo sería lamentable, más aún cuando lo que está en juego no es el futuro de Sharp, sino el de una ciudad. Ojalá que la máxima autoridad recuerde que en la candidatura presidencial se comprometió al desarrollo de las regiones.
Consecuente con esto, él o el directorio de EPV están a tiempo de revertir la medida de modo que podamos ver restaurado el Palacio Subercaseaux para que se transforme en la primera piedra del rescate de uno de los barrios más tradicionales y significativos de Chile. Quién sabe si en algunos años más, una nueva avenida se hace merecedora de llevar el nombre del actual presidente, de la misma forma como se hizo en agradecimiento al presidente Pedro Montt, clave en la reconstrucción de El Almendral.
Publicado en El Mercurio de Valparaíso.