Las resoluciones de su reciente conferencia programática y la decisión de desconocer el acuerdo para aprobar la designación de Ángela Vivanco en la Corte Suprema, han confirmado los nuevos rumbos asumidos por el PS; un camino que está terminando de socavar el eje histórico articulado con la DC en la década de los ’80; ese eje que se convirtió luego en uno de los principales factores de gobernabilidad en el largo y complejo proceso de transición a la democracia.
De algún modo, el PS está desde hace varios años despidiéndose de las lógicas y compromisos asociados al ciclo de la Concertación, de esos imperativos que lo llevaron a un entendimiento estratégico con el centro político, que fue clave para la continuidad en el poder de dicho proyecto por dos décadas ininterrumpidas. En contraste, hoy los socialistas apuntan a la conformación de un bloque histórico distinto, que incluye al Frente Amplio y al PC como elementos esenciales, es decir, a la construcción de una nueva hegemonía de izquierda donde la DC no tenga cabida o, deba resignarse a una posición todavía más subordinada de la que tuvo en la Nueva Mayoría.
En materia programática este “giro” quedó también plasmado en su reciente conferencia partidaria, una instancia donde se suscribieron posiciones que van desde la renacionalización de los recursos naturales hasta la asamblea constituyente, como mecanismo para generar una nueva Carta Fundamental. Así, los socialistas asumen hoy una línea estratégica que definitivamente rompe con el Chile de la Concertación, con sus bases y premisas políticas, en particular, con el perfilamiento hacia el centro. El PS tiene claro que una apuesta por el Frente Amplio, que además incluya al PC, está más allá de lo posible para la Falange, una colectividad que desde hace más dos décadas vive una crónica sangría de votos hacia la derecha.
Con todo, este visible desplazamiento no sólo deja a la DC en la deriva, sino que abre también una oportunidad para que la derecha reafirme su intención de moverse a la captura del centro político, ese espacio amplio y diverso que es precisamente el que ha permitido a Sebastián Piñera ganar dos elecciones en menos de una década. El abandono del centro por parte del PS, junto al debilitamiento endémico de la DC, están configurando entonces un escenario inédito, un cuadro donde la derecha tiene un campo cada vez más extenso para desplegarse hacia los sectores medios y moderados.
El quiebre del entendimiento histórico PS-DC, que los socialistas han decidido en estos días seguir profundizando, es y será una de las claves del orden político de los próximos años. Un proceso donde la convergencia del PS y el PC con el Frente Amplio, contrastará cada vez con más fuerza con una derecha que finalmente entendió que las elecciones en el Chile post-transición se ganan en el centro, no en los extremos.
Publicado en
La Tercera.