Fin de semana santo

22 de Abril 2019 Columnas

Este fin de semana circulaba, a través de las redes sociales, un “meme” en el que aparecía el actor Robert Powell en el famoso rol de Jesucristo con la leyenda: “Nos vemos el fin de semana por TVN”. Aunque un poco desfasado en el tiempo, el chiste rescata la realidad de hasta hace un par de décadas. Quisiéramos o no, quienes veíamos televisión no teníamos muchas opciones para elegir y estábamos obligados a ver, todos los años, la serie “Jesús de Nazaret”. Era parte del viernes santo, hasta hace algunos años, un día consagrado al reposo, la mesura y la frugalidad.

Ha pasado el tiempo, han variado los medios y el rol de la Iglesia en la sociedad. Respecto al primer punto, el inicio la televisión por cable incrementó la parrilla programática y hoy la libertad de contenidos que entrega YouTube o Netflix, definitivamente, han roto esos patrones culturales comunes que compartíamos, independiente de nuestros gustos, para dar rienda suelta a los intereses particulares de cada uno. Por otro lado, la Iglesia ha ido, por distintos motivos, perdiendo el rol de preponderancia y autoridad espiritual que jugaba en la sociedad. El año 2007 una encuesta señalaba que 73% de los chilenos se reconocía como católico, no obstante, después de una década, la cifra había bajado hasta un 45%.

Hace 50 años Oscar Álvarez publicaba, en este mismo diario, un artículo en el proyectaba cómo iban a ser los chilenos en el siglo XXI. Una de sus descripciones estaba el tema de la religión. Según Álvarez, las luchas religiosas ya no iban a existir: “Hay tolerancia absoluta y se mira como primitivismo todo fanatismo a favor o en contra de una idea religiosa”. Hasta ahí era acertado en su proyección, pero luego señalaba: “El pueblo sigue siendo en su 80% católico: pero se ha depurado la religión de costumbres paganas (animitas en los caminos, ramadas y bailes en ciertas fiestas). Los seglares tienen en cambio mayor participación en el culto. Se ha suprimido el uso de sotanas de los sacerdotes. Todos visten como todos y sólo se distinguen por el chaleco cerrado. La arquitectura ha variado notablemente”.

El artículo de Álvarez habría pasado la prueba del polígrafo de El Mercurio, pero en el punto esencial del porcentaje de católicos, habría reprobado. La paradoja es que más que una laicización uno ve cambios en las formas y adaptación a religiones o creencias particulares que se adaptan a la comodidad de cada uno. Si lo que imperara el 2019 fuese un racionalismo, no habría cabida para personajes como Pedro Engel: tarotista, experto en ancestrología, ángeles horóscopo y hooponopono…

La consecuencia de este alejamiento es que la semana santa cada vez tiene menos de santa y hoy se ha convertido en un feriado largo más, en el que se puede aprovechar, rescatando la parte entretenida de la tradición, la costumbre de comer pescados y mariscos a destajo, olvidando que lo relevante era la frugalidad y no, necesariamente, el tipo de carne. Asimismo, el día domingo se asume la tradición de los huevitos de chocolate como parte esencial de la celebración de la resurrección, aunque, desde un punto de vista lógico, como muchas de nuestras tradiciones, no tiene mayor sentido. Porque los conejos no ponen huevos, y porque si son de chocolate, se trata de una tradición que no puede ser anterior al descubrimiento del cacao en América, muy lejano al año 33 cuando, se supone, resucitó Jesucristo.

Las tradiciones van evolucionando con el paso del tiempo. Lo que pudo haber sido el recuerdo sentido de un grupo de incipientes cristianos por la muerte y supuesta resurrección del profeta, terminó derivando en formas cada vez más sofisticadas y prácticamente carentes de sentido. Más allá de la crítica y molestia que esto pueda suscitar en algunos, hay que entenderlo como parte de procesos naturales de nuestra cultura.

 En ese sentido, un país debe adaptarse y ser consecuente con lo que piensa la mayoría. Si Chile ya no se considera un país católico, habría que volver a considerar qué feriados corresponde mantener y por qué razón. Quizás este fin de semana, cuando baje la culpa por haber comido muchos huevitos, sea una buena instancia para reflexionar.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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