Estados Unidos

1 de Marzo 2017 Columnas Noticias

Entre mis lecturas veraniegas se cuenta una “Historia mínima de los Estados Unidos de América”, escrita por la historiadora Erika Pani. Parte de una colección cuyo objetivo es abreviar en no más de trescientas páginas temáticas históricas generales, este trabajo estudia los principales eventos que derivarían en la creación de la potencia norteamericana, desde la llegada de los europeos hasta la segunda elección de Obama.

Además de una escritura concisa, informada y amigable, el libro de Erika Pani contiene tres aciertos historiográficos. En primer lugar, resume tópicos importantes y recurrentemente trabajados por los historiadores —como la discusión en torno a la Constitución de 1787, el papel de Lincoln o la crisis del 29— sin caer en un excesivo academicismo, aunque siempre respetando las reglas básicas de un buen relato histórico. Como muchos de los libros que han aparecido recientemente en Chile, esta obra está pensada para un público general; sin embargo, a diferencia de muchos de ellos, no busca develar “secretos” ni “mitos”, como tampoco rehúye dar una interpretación develar “secretos” ni “mitos”, como tampoco rehúye dar una interpretación estructurada mediante una muy bien empleada bibliografía. El ensayo bibliográfico al final del libro —que le permite saltarse las notas al pie— da cuenta de la rigurosidad de la autora.

Analíticamente la obra es también muy sugerente, sobresaliendo aquellos capítulos dedicados al binomio guerra/organización estatal. El estudio de los conflictos bélicos —nos vienen recordando historiadores y sociólogos hace ya unas décadas— debe ir más allá de las principales batallas y los actores que les dieron vida. Las guerras suelen mostrar lo peor del ser humano; no obstante, también pueden ser oportunidades para conocer el grado de preparación que tiene un ejército, y por tanto un Estado, para llevar adelante una aventura en el campo de batalla. Son, en otras palabras, laboratorios políticos, sociales, económicos y militares, tanto por las políticas de reclutamiento como por los fondos invertidos en ellas. La Revolución de Independencia, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam muestran hasta qué grado un Estado supuestamente súper poderoso puede ver complicada su participación en el campo de batalla si no cuenta con los medios adecuados.

Este último punto es importante: como bien dice Pani, los historiadores tienden a dividirse entre autocomplacientes y críticos cuando analizan la historia de Estados Unidos. Pero lo cierto es que el país del norte no es ni el ángel salvador ni el demonio por antonomasia. Es una nación llena de contradicciones en su interior. Ello explica por qué se le ha hecho tan difícil legitimar su proyecto político, tanto hacia el interior como hacia el exterior. Al final de cuentas, lo que este libro nos enseña es que a Estados Unidos lo construyeron —como a todos los otros países— personas de carne y hueso.

Contenido relacionado

Redes Sociales

Instagram