Escuchando a Frei, horas antes de votar este domingo

25 de Octubre 2020 Columnas

El hecho más cercano al plebiscito de este domingo ocurrió hace cuarenta años, cuando el general Augusto Pinochet llevó a cabo un proceso eleccionario, con una serie de vicios, para validar una Constitución que se había elaborado entre cuatro paredes.

Dentro de las irregularidades, se encontraba la parcialidad a favor de la nueva Constitución por parte de la Dictadura. Mientras la campaña por la “Constitución de la Libertad” se anunciaba en todas partes, la oposición tuvo una única oportunidad de manifestarse públicamente y lo hizo en el teatro Caupolicán. En esa jornada, Eduardo Frei Montalva, presidente de Chile durante los años 1964-1970, hizo uno de lo discursos más significativos del periodo.

Fue una ocasión histórica. El Golpe Militar, que Frei había apoyado, se había perpetuado en el poder, traicionando el pacto de haber restaurado el orden, para luego haber convocado a elecciones. En medio de ese ambiente, la redacción de una nueva constitución, la campaña del terror y la falta de espacios para que la oposición se manifestara hacían de este acto una excepción demasiado valiosa como para desaprovecharla. Era una oportunidad única para denunciar la farsa que se escondía detrás de este plebiscito y, de paso, reafirmar algunos principios fundamentales que hoy vale la pena recordar.

Al inicio de su discurso, el ex presidente aclaró: “No somos enemigos del plebiscito como forma de consulta popular. Al contrario. Pero queremos un plebiscito verdadero. Los regímenes dictatoriales y totalitarios los utilizan de acuerdo a estas técnicas y nadie duda cuáles son los resultados. Creo que no hay ejemplo en el mundo en que aquellos hayan perdido un plebiscito. Este es el tipo de consulta a la que se nos convoca”.

Por lo tanto, señaló: “Este plebiscito carece de validez y lo rechazamos porque no reúne las condiciones mínimas que garanticen su legitimidad. No es válido, porque no se puede llamar a un plebiscito cuando el país vive en un estado de emergencia. Una minoría impone así a la inmensa mayoría del pueblo una fórmula política, económica y social”.

Sobre la realidad del país agregaba: “Una crisis, por grave que haya sido, no representa ni puede borrar ese pasado. No era Chile un país en decadencia, como se le quiere pintar en una tentativa de distorsionar toda nuestra Historia”.

A continuación, fue enfático en lo referente a la violencia: “¿Quién garantiza que en cinco, diez o veinte años más esta situación va a mejorar? La experiencia mundial, sin una sola excepción – repetimos, sin una sola excepción- prueba que los extremismos, y para qué decir los violentistas, han permanecido indemnes por más que se prolonguen los regímenes de represión”.

Hacia el final de su discurso, Frei afirmaba: “Lo único racional que puede salvar al país de la violencia, el odio y la revancha es que ese consenso se produzca cuanto antes. Todo nuestro esfuerzo es que no se radicalicen las posiciones y que no se destruyan los caminos de paz. La inmensa mayoría de los chilenos quiere vivir en paz y en orden; que se respeten sus derechos; que desaparezca el temor”, concluyó.

El acto del rechazo a una nueva Constitución fue el evento más importante de Eduardo Frei Montalva antes de fallecer, a inicios de 1982. Después de siete años de haber convivido con una dictadura que quería perpetuarse en el tiempo, Frei tuvo la oportunidad de limpiar su imagen con los riesgos que eso implicaba, reafirmar el valor de la democracia y, según sus seguidores, esto le habría costado la vida, dos años después.

Luego de 40 años, es lamentable observar el debilitamiento de un partido político tan importante como la Democracia Cristiana en momentos de crisis como los que hemos vivido durante este último año y la ausencia de políticos de la talla de Eduardo Frei Montalva (preocupado del devenir de la República y no de la pérdida de su patrimonio económico). Por esta misma razón, este 25 de octubre, es útil recurrir a la historia para encontrar ejemplos, como el discurso del ex presidente, para valorar la democracia y los valores que ella implica: respeto, tolerancia y, por sobre todo, condena absoluta a la violencia.

Publicada en El Mercurio Valparaíso.

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