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El “valor” orgánico de los influencers

No es solo la búsqueda la que nos lleva a esos contenidos, sino la cercanía y el afecto.
Arturo Arriagada

Arturo Arriagada

PhD en Sociología
Director de Investigación ECP UAI. Investigador Principal del Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo. PhD en Sociología
  • PhD en Sociología, London School of Economics and Political Science (Reino Unido).
  • MSc en Medios y Comunicaciones, London School of Economics and Political Science (Reino Unido).
  • Sociólogo, Universidad Diego Portales.
  • Periodista, Universidad Diego Portales.

PhD en Sociología y Magíster en Medios y Comunicaciones por la universidad London School of Economics (Reino Unido). Profesor Asociado de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad ...

Son varias las promesas asociadas al uso de medios sociales online. Desde la democratización de la información y el empoderamiento de ciudadanos y consumidores, hasta la posibilidad de relacionarnos de manera horizontal con autoridades, familiares, amigos, instituciones y empresas. En este contexto, la industria del branding y la publicidad ha encontrado en los denominados “influencers” —micro-celebridades en espacios digitales que promueven el consumo de bienes y servicios— una fuerza laboral de bajo costo. Aunque el negocio puede ser bueno para muchos, también tiene consecuencias sociales que refuerzan desigualdades, a través de la comunicación afectiva de estilos de vida “auténticos” y deseables. Ya es común terminar bombardeados de ofertas de bienes y servicios luego de hacer una búsqueda en Google. Desde hace un tiempo ese bombardeo ha adquirido un rostro humano. Celebridades, seudo-celebridades, amigos y familiares, pueden aparecer en plataformas como Instagram o YouTube promocionando las cualidades de bienes y servicios sin mayor aviso (o evidencia de que aquello es una promoción pagada o sujeta a canje). No es solo la búsqueda la que nos lleva a esos contenidos, sino la cercanía y el afecto que podemos tener hacia esas personas. Las agencias de branding y publicidad los llaman “influencers”, un término que alude a la posibilidad de influir en las decisiones de potenciales consumidores, a través de la comunicación cercana de los atributos y valores de una marca, bien o servicio. Un término que también esconde una serie de relaciones sociales y económicas entre marcas, agencias, plataformas y creadores de contenido digital, para que la comunicación de los “influencers” parezca lo más natural posible, una comunicación “orgánica” como la definen quienes se dedican a ello. Publicada en La Tercera.

El “valor” orgánico de los influencers

No es solo la búsqueda la que nos lleva a esos contenidos, sino la cercanía y el afecto.

Son varias las promesas asociadas al uso de medios sociales online. Desde la democratización de la información y el empoderamiento de ciudadanos y consumidores, hasta la posibilidad de relacionarnos de manera horizontal con autoridades, familiares, amigos, instituciones y empresas. En este contexto, la industria del branding y la publicidad ha encontrado en los denominados “influencers” —micro-celebridades en espacios digitales que promueven el consumo de bienes y servicios— una fuerza laboral de bajo costo. Aunque el negocio puede ser bueno para muchos, también tiene consecuencias sociales que refuerzan desigualdades, a través de la comunicación afectiva de estilos de vida “auténticos” y deseables. Ya es común terminar bombardeados de ofertas de bienes y servicios luego de hacer una búsqueda en Google. Desde hace un tiempo ese bombardeo ha adquirido un rostro humano. Celebridades, seudo-celebridades, amigos y familiares, pueden aparecer en plataformas como Instagram o YouTube promocionando las cualidades de bienes y servicios sin mayor aviso (o evidencia de que aquello es una promoción pagada o sujeta a canje). No es solo la búsqueda la que nos lleva a esos contenidos, sino la cercanía y el afecto que podemos tener hacia esas personas. Las agencias de branding y publicidad los llaman “influencers”, un término que alude a la posibilidad de influir en las decisiones de potenciales consumidores, a través de la comunicación cercana de los atributos y valores de una marca, bien o servicio. Un término que también esconde una serie de relaciones sociales y económicas entre marcas, agencias, plataformas y creadores de contenido digital, para que la comunicación de los “influencers” parezca lo más natural posible, una comunicación “orgánica” como la definen quienes se dedican a ello. Publicada en La Tercera.