El rol de Estados Unidos en el mundo de hoy

2 de Noviembre 2020 Columnas
En 1947, sólo dos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, y con Estados Unidos transformado ya en una superpotencia, el presidente Harry Truman logró, aunque no sin una importante resistencia interna, ganar el apoyo del congreso estadounidense para llevar adelante lo que se conocería como la ‘Doctrina Truman’. Frente a la amenaza que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas representaba para el proyecto de postguerra occidental, Washington intentaría frenar el avance de Moscú sobre Grecia y Turquía, a partir de un paquete de medidas financieras que buscaba replicar, de cierta forma, el Plan Marshall sobre Alemania en 1945.
Entre 1961 y 1970, e inaugurada por el presidente John F. Kennedy, Washington intentaría limitar la influencia político-ideológica de los movimientos de izquierda en Latinoamérica, a partir de un paquete de medidas de apoyo financiero denominado como la ‘Alianza para el Progreso’. Nuevamente, y en términos de gran estrategia, Estados Unidos esperaba sofocar el avance de la URSS en América del Sur. Pero nada de esto sería fácil; sólo un año después del inicio de esta política internacional, la crisis de los misiles en Cuba pondría al mundo ad portas de una confrontación nuclear entre Washington y Moscú. Kennedy sería asesinado en Dallas en 1963.
Estos son solo dos ejemplos en una larga lista de políticas internacionales lideradas por Estados Unidos después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Y sí, hubo una época en que Washington proyectaba su poder en la arena internacional como una superpotencia hegemónica en constante crecimiento. Por supuesto, de la mano de estos proyectos globales, abundaron intervenciones de carácter cuasi-imperialistas en casi todo el planeta. La guerra de Corea en la década de 1950; la Guerra de Vietnam entre los 60 y 70s; la re-estructuración del Medio Oriente contemporáneo con el reconocimiento del Estado de Israel en 1948 y el rol de Washington el la crisis de Suez en 1956; la presencia y coacción política sobre Latinoamérica, particularmente en la década de 1970. Quizás, el último gran proyecto internacional liderado por Estados Unidos fue el denominado JCPOA, un acuerdo multilateral que intentaba limitar una posible carrera armamentística nuclear llevada a cabo por el régimen de los Ayatolas en la República Islámica Irán.
Y bueno, a sólo días de una de las elecciones presidenciales más importantes de la historia de Estados Unidos, vale la pena preguntarse sobre el rol de Estados Unidos en el mundo de hoy. Es mas, no es muy difícil percatarse que la política internacional estadounidense durante la administración de Donald Trump ha sido bastante caótica. El fin unilateral del JCPOA; la salida de Washington del acuerdo de París; la sistemática tensión con sus aliados europeos de la OTAN, sobretodo Alemania; una guerra estratégico-comercial con China; un espectáculo televisivo sin resultados reales en la Península de Corea. En fin, un aislacionismo de carácter muy particular que, ajeno a estrategias de largo plazo, ha intentado perpetuar a Trump en el poder, principalmente, con promesas económicas de carácter interno.
El gran problema es que en medio de esa debilitada hegemonía internacional, estos últimos cuatro años la administración Trump ha socavado los cimientos de la institucionalidad democrática estadounidense. En el poder, el actual presidente de los Estados Unidos ha roto relaciones con su propia comunidad de inteligencia, ha reducido el poder y tamaño del Departamento de Estado. Mientras, ha sido vapuleado por su ex secretario de defensa y su ex asesor de seguridad nacional. Así además, ha puesto en entredicho la autoridad de muchos gobernadores demócratas, multiplicó la presencia de jueces conservadores en la Corte Suprema y claro, bajo su guardia, más de 230.000 estadounidenses han muerto de una infección respiratoria que, no hace mucho tiempo atrás, el mismo calificara como una farsa que desaparecería mágicamente.
Lo que está por verse es que pasará el día de las elecciones. Si Trump gana un segundo período, el rol internacional de Estados Unidos difícilmente cambie; es más, probablemente siga escalando la tensión con los que solían ser sus aliados. Y así, puede ser que el proyecto hegemónico internacionalista de los Estados Unidos se debilite a tal punto que podamos hablar del fin de ese supuesto excepcionalismo que ha marcado el discurso y acción estadounidense a lo largo de gran parte de su historia. A eso hay que sumar la amenaza latente de una tensión social que, fácilmente, pueda terminar en gravísimos episodios de violencia política. Y bueno, si el vencedor es Joe Biden, ya tendremos tiempo para hablar de ello.
Publicada en Emol.

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