El peso de los gestos: ¿aceptamos o no los chocolates?

21 de Marzo 2019 Columnas

Partamos de consideraciones obvias y ampliamente consensuadas: todas queremos igualdad, dejar de ser objetos sexuales, respeto por nuestras libertades y autonomía económica. Eso implica cambios concretos y ya: que no nos cobren más en la AFP, no necesitar de la firma de nuestros cónyuges para vender alguna propiedad, que a la madre que ha criado sola a sus hijos no se le imponga la absurda autorización del desaparecido padre biológico, etc, etc.

Falta mucho, lo tenemos claro. Y sin embargo, pareciera, a la luz del reciente rechazo de dos diputadas de la cajita de chocolates del colega, que estamos frente a un cambio mucho, pero muchísimo más complejo. Los gestos están profundamente arraigados en una sociedad: regalar flores, modos de saludar, inclinaciones de cabeza. Los gestos salen en nuestra ayuda en situaciones sociales en las que no sabemos qué hacer: un funeral, un encuentro casual, una despedida. Frases hechas que calzan y que todos entendemos. Las diputadas rechazaron el gesto de regalar chocolates aduciendo que “este día no es una celebración”. Se entiende perfectamente que las mujeres necesitamos algo más o algo radicalmente distinto a un chocolatito. Pero sigo pensando en lo que hay en juego en este hecho, en este gesto.

La lucha de las feministas pasa por una revisión total y radical que incluye también a los gestos que son parte de un entramado cultural. ¿Es ofensivo regalarle chocolates a una mujer en su día? ¿Por qué podría serlo? Busco ayuda en David Le Bretón, quien en su estudio La sociología del cuerpo afirma de estos: “codificados para obtener una eficacia práctica o simbólica, se trata de modalidades de acción, de secuencias de gestos, de sincronías musculares que se suceden para obtener una fidelidad precisa”. ¿Cuál sería la finalidad precisa de regalar chocolates? ¿Cuál es la eficacia práctica o simbólica implícita en el gesto de un hombre que le regala chocolates a una mujer? Tanteo algunas posibilidades: seducir, galantear, una mera muestra de afecto, sometimiento. La verdad es que es complejo, se me hace compleja la revisión radical y constante de una serie de gestos de nuestro entramado cultural.

La cantante Camila Gallardo señalaba, a raíz del repudiable intento de un alcalde de besarla en la boca,  que son tiempos difíciles para las mujeres. Yo diría que no son fáciles para nadie. Son tiempos difíciles si debemos acudir a “listas” sobre qué hacer o no hacer. ¿Qué gestos perdurarán finalmente? ¿Cuáles quedarán en el olvido? No lo sé, pero creo que, al borde los 50 y confusa con algunos cambios, yo personalmente me habría quedado con los chocolatitos.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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