Republicanos arrasó: 35,5 por ciento de los electores les confió la redacción de la nueva Constitución. Tienen poder de veto y, junto a Chile Vamos, podrían redactarla completa. Esa es la realidad. La pregunta es: ¿optarán por ese camino tan humano -y tan chileno- de pasar la máquina? Después de todo, el que puede, puede.
El antecedente existe. Luego de arrasar en la elección del anterior proceso, el exconvencional Stingo afirmó: “Los grandes acuerdos los vamos a poner nosotros y los demás tendrán que sumarse”. Y pasaron la máquina. Sabemos cómo terminó ese carnaval al ser confrontado con la dura realidad. Recurriendo a Nito y Charly: las fábulas de amor se desvanecieron como pompas de jabón.
¿Se emborracharán los Republicanos con el aroma de la victoria? El riesgo existe. Piñera creyó que las mayorías habían votado por él (y no contra su contrincante); el Presidente Boric partió como si los votos de la presidencial fueran a favor de su programa (y no expresión del mal menor). Podríamos seguir. Es que siempre es agradable interpretar el mundo según los deseos. Mi apuesta es que, si son astutos (tanto como este analista) no lo harán. Y la razón es que en este juego tienen mucho que ganar.
Lo que pueden ganar es pasar el test de la blancura. En el proceso de desnazificación después de la Segunda Guerra, muchos se esforzaban por conseguir un “Persilschein”. “Persil” es una marca de detergente. Es decir, se trataba de un certificado de limpieza de culpas nazis, un test de blancura política. No estoy diciendo o insinuando que Republicanos sea nazi. No lo es. Y salvo los exabruptos de sus conocidos desequilibrados, no defienden programáticamente posiciones tan extremas como los partidos europeos de extrema derecha. Pero son percibidos como extrema derecha, que fue, por cierto, como entraron a la política. De hecho, por eso perdieron la presidencial (y no por las bondades de Boric y su programa). Producen un rechazo que marca una línea roja que muchos no están dispuestos a cruzar.
Pues bien, el proceso constitucional les da una oportunidad única para mostrar que esa línea no es roja. Si optan por la estrategia anti-Stingo, liderando acuerdos mediante una Constitución de mínimos comunes, pueden obtener el “Persilschein” de la opinión pública. Republicanos sabe que el 35,5 por ciento de los votos no son suyos. Son de grupos pendulantes, personas hastiadas de estos procesos y que ahora consideran más probable que ellos puedan cumplir el urgente anhelo por seguridad, orden y prosperidad. Liderar una Constitución relativamente incluyente, sin dar espacio a los sueños de la izquierda progresista, es un modo de hablar a todos los hastiados por la hiperinflación onírica y anhelantes de seguridad y certezas, animándolos a cruzar el Rubicón. Si lo consiguen (y dado que la crisis de seguridad durará más que este gobierno), ¿alguien duda seriamente que ganarán la próxima presidencial?
Publicada en La Tercera.