El Paso Los Libertadores

29 de Enero 2017 Columnas Noticias

Hace doscientos años un grupo de soldados argentinos y chilenos arriesgaba su vida cruzando la cordillera de Los Andes para conseguir la independencia de ambos países de la Corona española.

Después de dos siglos, el paso Los Libertadores ha sido noticia por las dificultades que han tenido los argentinos para poder ingresar a Chile. Los trámites han llegado a durar cerca de ocho horas y dos personas fallecieron en el contexto de esta larga espera. Hechos lamentables que no están acorde con la relevancia que tiene este lugar en nuestra historia.

Una vez consolidada la República, el cruce de Los Andes se transformó en una ruta recurrente para los chilenos que querían viajar a Europa, dada la escasez de buques que hacían este recorrido desde Valparaíso. Eugene Chouteau, francés que estuvo durante largo tiempo avecindado en Chile, en una obra de teatro realizada a fines de siglo XIX, describe las condiciones en que se hacía este viaje para embarcarse rumbo al viejo continente:

“De Santa de la Rosa de los Andes a Mendoza, a lomo de mula corredora, cuatro días, sin atrasarse el caminante puede darse un baño de Champaña en puente del Inca, de Mendoza Buenos Aires, por ferrocarril, tres días, de Buenos Aires a Montevideo, un día. Total: 8 días”. A esto agregaba las posibilidades gastronómicas que se podían aprovechar en este periplo: “En Quilpué afamadas tortas y alfajores, en Limache ricas empanadas caldúas (sic), sopaipillas, picarones, en Quillota lúcumas, chirimoyas de chuparse los dedos; en las Vegas pejerreyes fritos, etc.”.

Más allá del recuerdo anecdótico, la élite estaba consciente de la necesidad de establecer una conexión más segura y rápida entre el Pacífico y el Atlántico. En esta línea, y en un mundo que comenzaba a transformarse producto de la revolución industrial, el ferrocarril aparecía como el principal medio para alcanzar el progreso. Así lo comprendía Benjamín Vicuña Mackenna que promovía la unión de Chile y Argentina a través de este gigante de acero: “Una locomotora (una sola) puede más que cien diplomáticos y que cien mil soldados”.

Después de una serie de inconvenientes políticos y económicos entre ambos países, se dio inicio a la construcción del ferrocarril que uniría Argentina con Chile. Tal como lo ha documentado Pablo Lacoste, se trató de una obra de proporciones: “Miles de obreros trabajaron en la apertura de la traza, instalación de durmientes y rieles, y sobre todo, en la perforación del Túnel de la Cumbre. Hubo conflictos y enfrentamientos, heridos y muertos, sangre y dolor”. Los ingenieros debieron resolver la construcción de un túnel sin precedentes a 3.800 metros de altura.

El año 1910 y después de 38 años desde la fecha que se había aprobado la ley de su ejecución, el ferrocarril trasandino conectaba por primera vez las ciudades de Los Andes y Mendoza.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la baja en los precios de los pasajes en avión, el surgimiento de buses y las mejoras en la ruta desincentivaron el uso del tren, lo que provocó que se determinara su paralización en 1979. El criterio economicista no consideró las externalidades positivas que se generaban a través de este medio de transporte y clausuraron una alternativa estratégicamente necesaria.

Chile y Argentina tienen la oportunidad de reimpulsar una obra que, gracias al crecimiento de la vitivinicultura y gastronomía de esa zona, posee un enorme potencial turístico durante el verano. En invierno, el tren de carga es un complemento a los camiones que constantemente quedan sujetos a los caprichos de la montaña.

Finalmente, hay que potenciar y preservar el paso Los Libertadores como un símbolo de la unión de ambos países. Consecuente con esto, debemos crear las condiciones para que el ingreso de turistas sea una experiencia agradable desde el inicio de su visita a Chile y no un martirio, como está ocurriendo ahora.

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