El paraguas de Putin

26 de Julio 2018 Columnas

Julio Cortázar escribió un cuento muy divertido en el que un simple diario, dependiendo del uso que se le da, cambia de significado. Por ejemplo: si se le deja en un banco de la plaza, es un cojín; si lo toma un vendedor, es un papel para envolver un pescado; si vuelve a manos del lector, será un texto. Algo así creo que sucedió con el paraguas de Putin durante la final del Mundial jugado en Rusia.

Para algunos lo que debió haber hecho fue pasárselo a la Presidenta de Croacia, como gesto de buena educación. Pero cada gesto está en un entramado cultural muy complejo de descifrar. ¿Si le pasa el paraguas a la Presidenta, significa que ella es del sexo débil y por eso necesita más protección?

Llovía para todos igual: ¿a quién pasarle el paraguas? ¿A Putin, a Macron o a Grabar-Kitarovic? Ese mismo paraguas, si se lo deja Putin, al igual que con el diario, puede leerse como un símbolo de poder.

¿Qué significa un paraguas? ¿Si lo lleva Putin es símbolo de poder? ¿Si lo lleva la mujer es símbolo de debilidad? ¿Fue grosero Putin al no pasarle el paraguas a su colega mujer? ¿Si se lo pasaba la humillaba al mostrarla como más necesitada de amparo y hubiera desatado el odio de algunas feministas? Parece un juego o acertijo.

Un paraguas puede ser, como nos lo enseñaba Cortázar, muchas cosas: símbolo de poder, gesto de gentileza hacia una mujer o su exacto contrario, machismo por hacer una diferencia. Me inclino por el poder. Para los simbolistas el paraguas ha estado ligado a los monarcas y es un emblema tanto de poder como de protección.

También se lo lee como símbolo fálico debido a su mecanismo. Para los surrealistas, en la famosa frasecita del encuentro fortuito de un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de disección, también habría elementos masculinos presentes. Así, considerando su carga simbólica más tradicional, no pasar el paraguas permitiría una lectura desde el poder, lo que se aviene muy bien al sujeto en cuestión.

Lo cierto es que había tres personajes de Estado y un paraguas (al menos al comienzo) y eso es lo que origina el proceso de significación. Si hubiera habido un paraguas para cada uno no habría problema. Es la diferencia lo que llama la atención. La ausencia de paraguas en Macron y Grabar-Kitarovic se lee como un déficit. Así, el que tiene el paraguas tiene más que los otros.

Tanto lío por un paraguas, dirán ustedes. Pero es que un paraguas es, efectivamente, un problema. Y sigo recordando a Cortázar, quien en Rayuela afirmaba que un paraguas sirve para “meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses”. Al menos para mí, además de un claro símbolo de poder, un paraguas es siempre motivo de pelea con el porfiado de la familia que no quiere usarlo. Pero eso es ya otro tema.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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