El Mercurio de Valparaíso y una fecha que no calza

15 de Septiembre 2019 Columnas

Esta semana, el diario cumplió un nuevo aniversario, el número 192, considerando que fue fundado el 12 de septiembre del año 1827. Sobre esto no debería haber duda, porque es la fecha que aparece indicada en el primer número que existe del diario y que en realidad se denominaba, Mercurio de Valparaíso, sin el artículo “El”, y que se autodefinía como un “Periódico mercantil político, y literario”.

Si el primer ejemplar vio la luz el 12 de septiembre de 1827, entonces, el diario tuvo que haber sido fundado antes, a menos que este primer número haya surgido por generación espontánea. A pesar de esta lógica, sus creadores debieron haber considerado este primer número como la fecha oficial. Al fin y al cabo, sin ese primer número, todos los esfuerzos, por muy anteriores y significativos que hayan sido, se diluían en la nada. No es esa la fecha que no calza, sino la de 1827. ¿Por qué? Si es que uno quiere conocer este periodo, se podrá dar cuenta que la historiografía que dominó durante décadas fue aquella que consideró que se trató de una época anárquica. Ramón Sotomayor Valdés, por ejemplo, señalaba sobre estos años (1823-1830): “Siete años de incesantes conmociones y trastornos, de motines y traiciones en medio de un régimen político que, fuer de ser suave y condescendiente del desorden y amparador de sus propios enemigos”. Barros Arana, en tanto, enfatizaba en la debacle económica del momento: “Las rentas fiscales correspondían a ese estado penoso de la riqueza pública. Su progresión desde el establecimiento del gobierno independiente, era casi nula, y en todo caso irregular”.

Si dos de los historiadores más importantes de fines del siglo XIX realizaban juicios tan taxativos, cómo es posible que a uno o a un grupo de personajes se les haya pasado por la mente crear un diario “mercantil político” que, para poder sobrevivir, requería de las informaciones relativas a entradas y salida de los barcos y de los avisos que se publicaban en sus páginas. Al otro lado de la vereda, cómo es posible imaginar que en una época de “anarquía”, alguien se iba a dar el tiempo de gastar su dinero y tiempo en leer un periódico.

Las respuestas a estas preguntas debemos encontrarlas no necesariamente en otros historiadores, sino en los mismos que se dedicaron a denostar esta etapa. La razón de estos intelectuales para enfatizar los vicios de estos años no tenía tanto que ver con razones verdaderamente objetivas, en una época donde no existía una estadística oficial del Estado, sino, por contraste, en lo que querían destacar de la etapa que vendría de forma posterior, el gobierno conservador, el presidente Joaquín Prieto, los ministros Manuel Rengifo y Diego Portales, como también la Constitución de 1833.

Tiempo después, una renovación historiográfica, siguiendo la línea que un siglo antes había planteado José Victorino Lastarria, se encargaría de hacer justicia con esta etapa y, ya a fines del siglo XX, la denominación del período como de ensayos constitucionales se terminó imponiendo a la denominación de estos años como una época de anarquía.

Más allá de la tendencia ideológica de los autores, lo cierto es que existe poca evidencia para determinar, por ejemplo, en términos económicos, dónde se sentaron las bases del despegue que vendría durante las décadas siguientes. Mientras la historiografía conservadora prefiere atribuir el mérito a Manuel Rengifo, los liberales no quieren que se le quite mérito a Manuel Ventura Blanco.

Independiente de la postura, el hecho de que en el año 1827 se haya fundado un periódico como El Mercurio de Valparaíso, mercantil y político, nos dice algo, nos puede estar entregando un elemento clave para la desmitificación de este periodo. Más allá del juego político, la historia hay que verla en periodos y la fundación de este diario puede marcar algo. Asimismo, su actual permanencia en el Puerto, cuando todos hablan de crisis, puede ser un indicio de que Valparaíso todavía respira.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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