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El gol del honor

La elección del 15 y 16 de mayo será una prueba de fuego y dará luces respecto de si efectivamente el presidente encabeza hoy un gobierno muerto caminando.
Karen Trajtemberg

Karen Trajtemberg

Magíster en Comunicación Estratégica
Directora Escuela de Periodismo UAI Campus Viña del Mar. Magíster en Comunicación Estratégica
  • Magíster En Comunicación Estratégica, Universidad Adolfo Ibáñez, Chile, 2014

Ex Jefa de prensa de Senador Ricardo Lagos W. Anteriormente trabajó en la sección política del diario la Segunda y en la revista Qué Pasa.

Fue una semana negra para el gobierno. Quizás una de las más negras de todo su mandato. Comenzó con la decisión del Tribunal Constitucional de declarar inadmisible la presentación hecha por La Moneda en contra del proyecto de ley parlamentario que establecía el tercer retiro del 10% de los fondos de la AFP. Continuó con los dimes y diretes en torno al gabinete político y la supuesta renuncia que –al menos hasta ahora- no se ha materializado. Y terminó con el broche de oro: la encuesta CEP, mostrando que el Mandatario apenas tiene un 9% de respaldo ciudadano. Una cifra mucho menor a la evidenciada en su anterior período, aunque levemente superior al 6% que marcó en la misma medición tras el estallido social.

Y las palabras del mismo Sebastián Piñera en estos días dan cuenta precisamente de lo complejo del panorama: “Lo difíciles que han sido estos tiempos, para la mayoría de las familias chilenas, y también para este Presidente”.

Lo cierto es que el Mandatario está en su peor momento. Así lo evidencia la CEP. Apenas con un 9% de aprobación a su gestión –al igual que la confianza que los consultados le tienen al gobierno, la que solo supera a la fe que se le muestra al Congreso y los partidos-, el Mandatario no solamente está en una encrucijada, a solo diez meses de salir de La Moneda como el jefe de Estado peor evaluado desde el regreso de la democracia, sino que está quedando aislado, solo.

Así se desprende de lo sucedido con el proyecto de ley de retiro del 10% de las AFP. No se trata solo de una iniciativa que surge desde la izquierda, sino que además es respaldada por varios miembros de la coalición oficialista, que enviaron todo tipo de señales al Presidente, para que no forzara la situación acudiendo al Tribunal Constitucional, recomendación que el Mandatario decidió obviar.

Sebastián Piñera, a contrapelo de lo que le dictaban desde todos los frentes políticos, decidió hacer una apuesta y repetir la fórmula que había utilizado para el segundo retiro: desafiar a los parlamentarios, derivando el proyecto al TC y enviando su propia iniciativa al Congreso, bajo sus términos, lo que en un país estable y con un sistema de pensiones que no estuviera en el banquillo, podría haber sido lógico. Pero no en el Chile de hoy, con crisis social, económica y pandémica de por medio.

Así las cosas, el portazo que le dio el TC, el que fue celebrado incluso por miembros de su propio partido, mostró la situación de desamparo en la que está el Presidente. Tanto, que la mandamás del Senado, Yasna Provoste, tuvo que salir en redes sociales a poner paños fríos –en vez de bailar sobre el cadáver-, valorando que el Mandatario haya decidido promulgar el proyecto del 10%. La parlamentaria incluso abogó por un acuerdo transversal, político-económico, entre la oposición y el Ejecutivo con miras a los diez meses que supuestamente le quedan al gobierno. Una especie de salvataje.

Supuestamente, porque en realidad el gobierno de Sebastián Piñera, tras los hechos de esta semana, en la práctica se acabó. Si originalmente, el síndrome del “pato cojo” debiera haberse instalado luego de las elecciones, ya está aquí. El mandato del jefe de Estado, tras el portazo del TC y el abandono de su coalición, terminó.

¿A qué puede aspirar hoy el presidente? En realidad, solo a finalizar su periodo de la manera más digna posible. Legado probablemente no habrá, porque su tozudez en medio de la pandemia y la crisis económico social, su negativa a “tirar la carne a la parrilla” precisamente cuando era el momento de hacerlo, cuando la ciudadanía más lo necesitaba, le generó un nivel de desafección nunca antes visto en democracia.

Lo anterior no solo tendrá efectos en su propio mandato y en la forma en que será recordado en los libros de historia. Además, está por verse cómo afectará a su coalición en los procesos electorales que están a la vuelta de la esquina. ¿Qué pasará con las aspiraciones de la centroderecha de lograr al menos un tercio de la convención constituyente para instalar sus ideales en la nueva Constitución? ¿Cómo afectará la baja aprobación del gobierno en los candidatos a alcalde? ¿Qué pasará posteriormente con el reparto de fuerzas en las parlamentarias? ¿Quién realmente querrá sacarse la foto de campaña con Sebastián Piñera?

La elección del 15 y 16 de mayo será una prueba de fuego y dará luces respecto de si efectivamente el presidente encabeza hoy un gobierno muerto caminando. A estas alturas, Piñera lidera un equipo que va perdiendo por goleada y lo único que le queda es tratar de hacer el gol del honor.

Publicada en el Mercurio de Valparaíso.

El gol del honor

La elección del 15 y 16 de mayo será una prueba de fuego y dará luces respecto de si efectivamente el presidente encabeza hoy un gobierno muerto caminando.

Fue una semana negra para el gobierno. Quizás una de las más negras de todo su mandato. Comenzó con la decisión del Tribunal Constitucional de declarar inadmisible la presentación hecha por La Moneda en contra del proyecto de ley parlamentario que establecía el tercer retiro del 10% de los fondos de la AFP. Continuó con los dimes y diretes en torno al gabinete político y la supuesta renuncia que –al menos hasta ahora- no se ha materializado. Y terminó con el broche de oro: la encuesta CEP, mostrando que el Mandatario apenas tiene un 9% de respaldo ciudadano. Una cifra mucho menor a la evidenciada en su anterior período, aunque levemente superior al 6% que marcó en la misma medición tras el estallido social.

Y las palabras del mismo Sebastián Piñera en estos días dan cuenta precisamente de lo complejo del panorama: “Lo difíciles que han sido estos tiempos, para la mayoría de las familias chilenas, y también para este Presidente”.

Lo cierto es que el Mandatario está en su peor momento. Así lo evidencia la CEP. Apenas con un 9% de aprobación a su gestión –al igual que la confianza que los consultados le tienen al gobierno, la que solo supera a la fe que se le muestra al Congreso y los partidos-, el Mandatario no solamente está en una encrucijada, a solo diez meses de salir de La Moneda como el jefe de Estado peor evaluado desde el regreso de la democracia, sino que está quedando aislado, solo.

Así se desprende de lo sucedido con el proyecto de ley de retiro del 10% de las AFP. No se trata solo de una iniciativa que surge desde la izquierda, sino que además es respaldada por varios miembros de la coalición oficialista, que enviaron todo tipo de señales al Presidente, para que no forzara la situación acudiendo al Tribunal Constitucional, recomendación que el Mandatario decidió obviar.

Sebastián Piñera, a contrapelo de lo que le dictaban desde todos los frentes políticos, decidió hacer una apuesta y repetir la fórmula que había utilizado para el segundo retiro: desafiar a los parlamentarios, derivando el proyecto al TC y enviando su propia iniciativa al Congreso, bajo sus términos, lo que en un país estable y con un sistema de pensiones que no estuviera en el banquillo, podría haber sido lógico. Pero no en el Chile de hoy, con crisis social, económica y pandémica de por medio.

Así las cosas, el portazo que le dio el TC, el que fue celebrado incluso por miembros de su propio partido, mostró la situación de desamparo en la que está el Presidente. Tanto, que la mandamás del Senado, Yasna Provoste, tuvo que salir en redes sociales a poner paños fríos –en vez de bailar sobre el cadáver-, valorando que el Mandatario haya decidido promulgar el proyecto del 10%. La parlamentaria incluso abogó por un acuerdo transversal, político-económico, entre la oposición y el Ejecutivo con miras a los diez meses que supuestamente le quedan al gobierno. Una especie de salvataje.

Supuestamente, porque en realidad el gobierno de Sebastián Piñera, tras los hechos de esta semana, en la práctica se acabó. Si originalmente, el síndrome del “pato cojo” debiera haberse instalado luego de las elecciones, ya está aquí. El mandato del jefe de Estado, tras el portazo del TC y el abandono de su coalición, terminó.

¿A qué puede aspirar hoy el presidente? En realidad, solo a finalizar su periodo de la manera más digna posible. Legado probablemente no habrá, porque su tozudez en medio de la pandemia y la crisis económico social, su negativa a “tirar la carne a la parrilla” precisamente cuando era el momento de hacerlo, cuando la ciudadanía más lo necesitaba, le generó un nivel de desafección nunca antes visto en democracia.

Lo anterior no solo tendrá efectos en su propio mandato y en la forma en que será recordado en los libros de historia. Además, está por verse cómo afectará a su coalición en los procesos electorales que están a la vuelta de la esquina. ¿Qué pasará con las aspiraciones de la centroderecha de lograr al menos un tercio de la convención constituyente para instalar sus ideales en la nueva Constitución? ¿Cómo afectará la baja aprobación del gobierno en los candidatos a alcalde? ¿Qué pasará posteriormente con el reparto de fuerzas en las parlamentarias? ¿Quién realmente querrá sacarse la foto de campaña con Sebastián Piñera?

La elección del 15 y 16 de mayo será una prueba de fuego y dará luces respecto de si efectivamente el presidente encabeza hoy un gobierno muerto caminando. A estas alturas, Piñera lidera un equipo que va perdiendo por goleada y lo único que le queda es tratar de hacer el gol del honor.

Publicada en el Mercurio de Valparaíso.