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El fin del mundo y el plebiscito

Las expectativas cognitivas son a veces inmunes a la decepción. Si el mundo no se ajusta a ellas, entonces hay algo mal con el mundo. Este fenómeno se ha visto profusamente revivido en los días posteriores al plebiscito.
Daniel Loewe

Daniel Loewe

PhD en Filosofía
  • PhD in Political and Moral Philosophy, Eberhard Karls Universität Tübingen, Alemania, 2001.
  • Licenciado en Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1994.

Sus áreas de especialización son filosofía política, filosofía moral y ética, con especial énfasis en teorías igualitarias, multiculturalismo, teorías liberales, ética de los animales, ética del medioambiente y teorías de justicia internacional. Junto al desarrollo de numerosos proyectos de investigación s...

Señor Director: El mundo se ha acabado muchas veces. El 20 de diciembre de 1954 una secta en Chicago se reunió a esperar el fin del mundo anunciado a las 12. Pero los minutos transcurrían y el mundo persistía. Desconcertados, los miembros más duros recurrían a estrategias para descubrir el error y mantener la creencia, como contrastar los relojes. Aun horas después seguían ideando estrategias para racionalizar la ausencia del fin. A las 4:45 am los alienígenas le informaron a la líder de la secta, la señora Martin, que Dios había decidido salvar la tierra porque los miembros de la secta habían extendido luz sobre ella. A las 4:50 a. m. los alienígenas ordenaron que se comunicara la buena nueva a los periódicos. Leon Festinger se había infiltrado en la secta. En su ya clásico “When Profecy Fails” (1956), que sienta las bases de la “disonancia cognitiva”, escribió su famosa frase: “un hombre con una convicción es un hombre difícil de cambiar”. Y es que las expectativas cognitivas son a veces inmunes a la decepción. Si el mundo no se ajusta a ellas, entonces hay algo mal con el mundo. Este fenómeno se ha visto profusamente revivido en los días posteriores al plebiscito: el pueblo mapuche “no entendió el texto”, dijo el director de la Conadi. La gente votó engañada o ignorante, sostuvieron otros. La campaña de la derecha contó con muchos recursos, etcétera. Se trata de estrategias similares a las de los miembros de la secta, gente con convicciones profundas inmunes a la decepción. Las convicciones profundas acerca de qué es el pueblo —es decir, lo que debe ser— están a la base de estos análisis deficientes y sesgados, en que los deseos se disfrazan de hechos. Los hechos debiesen, sin embargo, llevar a revisar las propias expectativas cognitivas: cuando el 85% de la ciudadanía vota, no apoya propuestas constitucionales que parecen salidas de una facultad de estudios culturales. A veces las cosas no son lo que queremos que sean.

Publicada en El Mercurio.

El fin del mundo y el plebiscito

Las expectativas cognitivas son a veces inmunes a la decepción. Si el mundo no se ajusta a ellas, entonces hay algo mal con el mundo. Este fenómeno se ha visto profusamente revivido en los días posteriores al plebiscito.

Señor Director: El mundo se ha acabado muchas veces. El 20 de diciembre de 1954 una secta en Chicago se reunió a esperar el fin del mundo anunciado a las 12. Pero los minutos transcurrían y el mundo persistía. Desconcertados, los miembros más duros recurrían a estrategias para descubrir el error y mantener la creencia, como contrastar los relojes. Aun horas después seguían ideando estrategias para racionalizar la ausencia del fin. A las 4:45 am los alienígenas le informaron a la líder de la secta, la señora Martin, que Dios había decidido salvar la tierra porque los miembros de la secta habían extendido luz sobre ella. A las 4:50 a. m. los alienígenas ordenaron que se comunicara la buena nueva a los periódicos. Leon Festinger se había infiltrado en la secta. En su ya clásico “When Profecy Fails” (1956), que sienta las bases de la “disonancia cognitiva”, escribió su famosa frase: “un hombre con una convicción es un hombre difícil de cambiar”. Y es que las expectativas cognitivas son a veces inmunes a la decepción. Si el mundo no se ajusta a ellas, entonces hay algo mal con el mundo. Este fenómeno se ha visto profusamente revivido en los días posteriores al plebiscito: el pueblo mapuche “no entendió el texto”, dijo el director de la Conadi. La gente votó engañada o ignorante, sostuvieron otros. La campaña de la derecha contó con muchos recursos, etcétera. Se trata de estrategias similares a las de los miembros de la secta, gente con convicciones profundas inmunes a la decepción. Las convicciones profundas acerca de qué es el pueblo —es decir, lo que debe ser— están a la base de estos análisis deficientes y sesgados, en que los deseos se disfrazan de hechos. Los hechos debiesen, sin embargo, llevar a revisar las propias expectativas cognitivas: cuando el 85% de la ciudadanía vota, no apoya propuestas constitucionales que parecen salidas de una facultad de estudios culturales. A veces las cosas no son lo que queremos que sean.

Publicada en El Mercurio.