El día D

21 de Noviembre 2021 Columnas

Miedo. Ese pareciera ser para muchos el mensaje final de la campaña presidencial que culmina hoy, con la llegada de este día D en el que los chilenos y chilenas emitiremos nuestro voto y definiremos el país de los próximos cuatro años. Un sufragio marcado por un periodo extraño, distinto a lo que se había vivido desde 1990 en las siete elecciones por la primera magistratura que hemos tenido desde el regreso de la democracia.

Miedo, porque las campañas de los postulantes mejor aspectados se han basado en el peligro que significa el “otro” para este nuevo Chile o para los propios postulados, pero sin mucho trasfondo. De hecho, diversos analistas han coincidido en que esta es la campaña con menos contenido desde 1990.

Por el contrario, se ha tratado de un periodo marcado por el populismo, el slogan rápido y la canción pegajosa (hasta las plantas andan tarareando el tik tok de uno de los candidatos) y por una importante y reiterativa apelación al terror al otro y la debacle que cualquiera –menos el que habla- promete.

Y las palabras de cierre de algunos de los postulantes a La Moneda precisamente siguieron esa línea, esa campaña del pánico que se instaló en todo este proceso.

“Dos modelos de país: uno, el nuestro, que defiende la libertad y la justicia; otro, el del Partido Comunista que lidera Gabriel Boric, que es nuestro pasaje seguro al caos, al hambre y la violencia”, dijo José Antonio Kast. En la misma línea, pero en la vereda contraria, el abanderado de Apruebo Dignidad aludió directamente a su más cercano contendor en las encuestas, asegurando que “otras candidaturas prometen perseguir las ideas de izquierda”.

Caos, hambre, violencia, persecución. Miedo.

Sebastián Sichel intentó entrar también en ese juego y arremetió contra ambos, afirmando que “las alternativas de José Antonio Kast y de Boric lo que van a provocar son más confrontaciones entre los chilenos”.

Y lo cierto es que detrás de esos conceptos se esconde una campaña que es probablemente la más polarizada de los últimos 30 años. El momento y la tensión política, de hecho, se han mostrado con toda claridad en las encuestas que salieron a la luz, las que fueron exponiendo cómo los consultados se iban polarizando entre las dos alternativas más contrarias, situadas ambas en los extremos del panorama y dejando en un segundo plano a los postulantes que apuntaban hacia el centro. Así, los números empezaron a inclinarse por Kast y Boric, mientras Sichel veía caer el capital adquirido en las primarias y Provoste nunca logró hacer despegar su campaña.

La centroderecha vio cómo se apagaba su abanderado y comenzaron rápidamente a emigrar, sobre todo la UDI. Nada importó la obligación moral, política y legal que significaron las primarias y, de hecho, Sichel cerró su campaña sin la presencia de la mayor parte de los presidentes de partido, mostrando lo solo que llega a esta recta final.

Provoste no queda en mejor pie. Con el PS descolgándose pública y privadamente hacia la figura de Boric, la expresidenta del Senado no logró en ningún momento convocar a todas las huestes concertacionistas, dando muestras una vez más de que el otrora exitoso conglomerado ya no tiene nada que lo una.

Así se termina hoy la primera etapa de esta campaña. Pero no acaba la batalla. Falta ver cómo desde mañana se lamen las heridas y se olvidan las escaramuzas con miras a la segunda vuelta.

Será todo un espectáculo ver cómo se negociarán los apoyos y qué quiebres se producirán. En el caso de la derecha, Kast ha anunciado que de no pasar al balotaje respaldará a Sichel, pero este último se ha restado de adelantar cualquier apoyo. ¿Cómo se las arreglará el republicano para convocar a los votantes de RN y Evopoli o solo lo hará por la vía de mantener la constante apelación al miedo a Boric y el PC?

Distinto es el caso en la centroizquierda. Si Boric pasa a segunda vuelta –como lo han adelantado las encuestas- no está claro qué hará Yasna Provoste. La DC deberá definir si llama a votar por el abanderado frenteamplista, pese a lo que piensen sus sectores más moderados y considerando que con ese respaldo nada ganarán: han sido denostados durante años por los jóvenes políticos. En el PPD tampoco la decisión será fácil –salvo por el terror a Kast-, sobre todo considerando que fueron vetados para la primaria por el FA.

Solo queda ahora esperar los resultados de esta noche y verificar si efectivamente el miedo será el hilo que movilice a los votantes a inclinarse por alguno de los dos extremos de la balanza o si la moderación tendrá alguna cabida en el Chile de los próximos cuatro años.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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