El arte de perdurar

6 de Febrero 2016 Noticias

Rector

La Tercera

Una burla al tiempo es quizá el mejor título que se usó para describir el paso de los Rolling Stones por Santiago. Una burla a la edad, porque una banda que promedia 71,5 años, no puede andar saltando de un lado a otro del escenario por dos horas y media, como si nada. Una burla a la historia, porque casi todos los grupos musicales que pudieron igualar su trascendencia desaparecieron hace décadas. En fin, una burla a la industria, porque pese a que ya hace años no se encierran a componer, sus conciertos siguen repletando estadios y generando un entusiasmo que pocos pueden lucir.

Bueno, no por nada son la banda más importante del  mundo. La única que se puede comparar limpiamente con The Beatles, un recuerdo ya borroso, toda vez que ellos dejaron de tocar hace 36 años. Los Stones, con sus 54 años de historia, hoy circulan solos, generando un aura que no es fácil de definir, pero que impacta de sobremanera.

Son sin duda una muestra viva de algo que es el mayor arte de la vida: perdurar. Han sorteado las modas y la cultura de lo desechable, adaptándose, recogiendo tendencias, pero siendo fieles a su estilo. Han sobrevivido a sus propios demonios, sus crisis internas, las drogas y a la ambición de seguir el camino propio que hizo sucumbir a tantos otros. De alguna manera, lograron mantenerse juntos.

Las claves de todo esto son muchas y posiblemente desconocidas. Algunos dicen que en parte es la genialidad de nunca haber discutido por las platas. Bueno, quizás en esto ayudó el paso de Jagger por el London School of Economics, un entrenamiento que puede haber sido tan vital como el talento musical. Para otros, es la manera en que todos han encontrado un espacio, especialmente Keith Richards, que nunca ha estado dispuesto a ser un segundón. Bueno, pueden ser muchas cosas, pero hay algo que llama particularmente la atención. Un ingrediente básico en toda persona, grupo, organización que pretende perdurar: el entusiasmo.

Cuando uno los mira en el escenario, ve muchas cosas: talento, estado físico, pero sobre todo un grupo que lo está pasando bien. Que está disfrutando cada minuto del concierto como si fuera la primera vez. Es ahí donde se olvida la edad, las rencillas y los egos personales. Donde Jagger y Richards, que dicen que no se hablan, vuelven a ser socios, cómplices, secundados por Wood y por el siempre silencioso Watts. Los delatan las miradas, las sonrisas y gestos que solo ellos entienden.

Es esta capacidad de disfrutar después de tanto tiempo lo que los distingue. Da la impresión de que son ellos los que mejor lo están pasando. Tocar las mismas canciones durante años, nunca ha sido monótono. Lo hacen con el mismo entusiasmo, pero mejor que antes, porque tienen más, o demasiada experiencia. Y esa energía se tramite con una fuerza inusitada al público.

Es cierto, no es fácil cantar, correr y saltar a los 72 años. Es inédito seguir siendo talentoso por cinco décadas. Pero, lo que es verdaderamente un milagro, es mantener el entusiasmo por lo que uno hace por tanto tiempo. Esa es, al final, la clave de perdurar.

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