El abismo

24 de Junio 2019 Columnas

Casi más grave que la crisis misma ha sido la reacción de su actual mesa directiva. Al parecer, para Álvaro Elizalde y su séquito, el problema aquí consiste solo en validar un proceso electoral, ratificar el veredicto de las urnas, pasando por alto las graves irregularidades conocidas hasta ahora. Una votación cuyos resultados definitivos aparecieron recién tres semanas después, donde hubo votos movilizados por redes de narcotraficantes y en las que el Tribunal Supremo del partido ya decidió anular 20 comunas.

La verdad, a estas alturas, el proceso electoral del PS ha pasado a ser el menor de sus problemas. Frente a la evidencia de que un segmento todavía indeterminado de su militancia y de su maquinaria territorial estaría cayendo bajo los tentáculos del narcotráfico y el crimen organizado, la reacción de buena parte de sus dirigentes ha sido asombrosa, lindante con el más genuino negacionismo. Expresión también de su desconexión total con el sentido común de la gente y ejemplo de indolencia frente al daño que esta situación causa a la imagen del partido y al sistema político en su conjunto.

De algún modo, lo que se está haciendo es usar el reciente proceso electoral para encubrir una realidad abismante que no se quiere reconocer ni asumir. ¿Cuál? Nada menos que la captura de algunas estructuras partidarias por parte de organizaciones criminales, mediante la cooptación y el despliegue de prácticas clientelares que les permiten acceder a cargos y presupuesto público, principalmente a nivel comunal.

En una investigación reciente efectuada por Ciper-Chile, el analista electoral del propio PS, Axel Callis, sostiene que “los narcos buscan aliarse con alcaldes, porque necesitan patentes comerciales para lavar dinero”; a lo que también debe agregarse que dicha alianza espuria entre narcos y autoridades edilicias permite a las redes criminales comprar grados importantes de protección e impunidad.

¿Una realidad solo asociada al PS y a la comuna de San Ramón? Seguramente no, pero la reacción de la cúpula socialista ante la gravedad de los hechos conocidos esta semana ha sido sin duda una señal del estándar ético y político con que este problema está siendo asumido. El margen de distorsión y de frivolidad mostrado es un síntoma de verdad alarmante del deterioro que en la actualidad recorre al sistema político, un deterioro que sin duda se refuerza también con la tibieza y la distancia mostrada por otros sectores.

Un partido histórico de la izquierda chilena está hoy bajo una seria amenaza a su propia sobrevivencia, lo que puede ser solo el principio de una verdadera bomba de racimo a nivel institucional.

En este caso, son los socialistas los llamados a salir en defensa o, más bien, en rescate de su colectividad, si ello es todavía posible. Pero es el conjunto de los actores políticos el que necesita reaccionar a tiempo y a la altura de las circunstancias, frente a un flagelo que en otras latitudes ha tenido y sigue teniendo consecuencias devastadoras.

Publicado en La Tercera.

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