Eclipse político

24 de Junio 2019 Columnas

Mientras gran parte del país está pendiente del eclipse solar del próximo 2 de julio, el mundo político vive su propio fenómeno.

En La Moneda, por ejemplo, todavía se sienten las esquirlas de la última encuesta CEP, con el magro 25% de respaldo a la gestión del Presidente, y recién comienzan a tranquilizarse en algo las aguas, luego de la pataleta UDI por el cambio de gabinete.

Pero es en la oposición, donde la oscuridad parece realmente venirse encima…

Entre la inexistencia y el descalabro, la ex Nueva Mayoría e incluso el Frente Amplio se mueven en un magma barroso, en el que solo logran enlodarse más en la medida en que intentan salir de una situación cada vez más compleja, sobre todo considerando que estamos a apenas un año de la elección municipal y –Dios mediante- de gobernadores regionales.

La falta de propuestas y mirada país que ha caracterizado a la oposición durante este periodo no es el único problema. Precisamente en momentos en que la ciudadanía menciona dentro de sus cinco principales preocupaciones la corrupción –con un aumento de cinco puntos entre la encuesta CEP de noviembre del año pasado y ahora-, la atmósfera se enrarece aún más a partir de un tema que ya había causado inquietud el año pasado en el PS: los vínculos del alcalde de San Ramón,  Miguel Ángel Aguilera, con el narcotráfico.

Ahora, esa comuna y el partido de Salvador Allende vuelven a salir a la palestra informativa, esta vez por supuestas irregularidades en las elecciones internas del partido, el pasado 26 de mayo, y donde –a un mes de los comicios- no se tiene certeza de los resultados. Tras la publicación, el Tribunal Supremo de la colectividad decidió anular la votación en San Ramón, asumiendo que es el único lugar donde sucedió algo así.

La tienda que otrora dedicaba sus días a defender a los más desvalidos –o, como decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano al hablar de los medios de comunicación, a darle voz a los humillados- hoy se sumerge cada vez más en un laberinto egocéntrico y autodestructivo del que no será fácil salir. Lo más gráfico en este sentido –y más lapidario, también- son las palabras del recién renunciado histórico militante socialista, el empresario Oscar Guillermo Garretón: “La vida de los partidos está degradada. También la del PS”.

Y si en algo tiene razón es precisamente en que la crisis no solo afecta al socialismo. La oposición está hoy inmersa en un espiral silencioso y autoreferente, del que no logran salir para reconectarse con la ciudadanía. Más bien viven una existencia propia y algo agónica a juzgar por las encuestas. De hecho, en la misma CEP conocida la semana pasada, más de un 60% de los encuestados dice que no se identifica con ningún sector político, un porcentaje similar afirma que nunca conversa de política con los amigos y un 90% dice que jamás ha militado.

El mismo Garretón advierte que se debe estudiar en qué se equivocó el socialismo, porque “si no lo hacemos, es imposible salir del pantano”. Pero, en la realidad actual, no es solo el partido de Allende el que debiera hacer este autoanálisis, sino todas las colectividades del espectro nacional, de manera de salir de la dimensión paralela en la que están y por la que no aparecen presentes en la vida de las personas de a pie, sino como una piedra en el talón.

Porque mientras el PS vive su propia debacle, en el resto de la oposición las cosas tampoco están para celebraciones. Así como apenas alrededor de un 15% de los consultados por la CEP afirman que se identifican con la centro izquierda o la centro derecha, no hay tampoco –en la misma medición- ningún dirigente que sea hoy referente para la ciudadanía y que logre destacar en la ecuación entre porcentaje de conocimiento y aprobación. Simplemente no existen.

La carrera como llanero solitario de la Democracia Cristiana –que pulula entre la ex Nueva Mayoría y negociar con el gobierno-; el PPD que no logra definir si pertenece a la izquierda a secas o a la centroizquierda; un Partido Comunista que parece olvidado a partir de la figuración de los nuevos movimientos y un Frente Amplio que no ha logrado demostrar que su llegada a la política nacional realmente sea un aporte, lo cierto es que el autoexamen del que habla Garretón pareciera ser más complejo de lo que a primera vista parece.

Finalmente, como dice el exdirigente MAPU, “hay una visión de país para 30 o 50 años que debemos construir y compartir”. Esa es la tarea pendiente, para una clase política que debe salir del eclipse.

Mientras gran parte del país está pendiente del eclipse solar del próximo 2 de julio, el mundo político vive su propio fenómeno.

En La Moneda, por ejemplo, todavía se sienten las esquirlas de la última encuesta CEP, con el magro 25% de respaldo a la gestión del Presidente, y recién comienzan a tranquilizarse en algo las aguas, luego de la pataleta UDI por el cambio de gabinete.

Pero es en la oposición, donde la oscuridad parece realmente venirse encima…

Entre la inexistencia y el descalabro, la ex Nueva Mayoría e incluso el Frente Amplio se mueven en un magma barroso, en el que solo logran enlodarse más en la medida en que intentan salir de una situación cada vez más compleja, sobre todo considerando que estamos a apenas un año de la elección municipal y –Dios mediante- de gobernadores regionales.

La falta de propuestas y mirada país que ha caracterizado a la oposición durante este periodo no es el único problema. Precisamente en momentos en que la ciudadanía menciona dentro de sus cinco principales preocupaciones la corrupción –con un aumento de cinco puntos entre la encuesta CEP de noviembre del año pasado y ahora-, la atmósfera se enrarece aún más a partir de un tema que ya había causado inquietud el año pasado en el PS: los vínculos del alcalde de San Ramón,  Miguel Ángel Aguilera, con el narcotráfico.

Ahora, esa comuna y el partido de Salvador Allende vuelven a salir a la palestra informativa, esta vez por supuestas irregularidades en las elecciones internas del partido, el pasado 26 de mayo, y donde –a un mes de los comicios- no se tiene certeza de los resultados. Tras la publicación, el Tribunal Supremo de la colectividad decidió anular la votación en San Ramón, asumiendo que es el único lugar donde sucedió algo así.

La tienda que otrora dedicaba sus días a defender a los más desvalidos –o, como decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano al hablar de los medios de comunicación, a darle voz a los humillados- hoy se sumerge cada vez más en un laberinto egocéntrico y autodestructivo del que no será fácil salir. Lo más gráfico en este sentido –y más lapidario, también- son las palabras del recién renunciado histórico militante socialista, el empresario Oscar Guillermo Garretón: “La vida de los partidos está degradada. También la del PS”.

Y si en algo tiene razón es precisamente en que la crisis no solo afecta al socialismo. La oposición está hoy inmersa en un espiral silencioso y autoreferente, del que no logran salir para reconectarse con la ciudadanía. Más bien viven una existencia propia y algo agónica a juzgar por las encuestas. De hecho, en la misma CEP conocida la semana pasada, más de un 60% de los encuestados dice que no se identifica con ningún sector político, un porcentaje similar afirma que nunca conversa de política con los amigos y un 90% dice que jamás ha militado.

El mismo Garretón advierte que se debe estudiar en qué se equivocó el socialismo, porque “si no lo hacemos, es imposible salir del pantano”. Pero, en la realidad actual, no es solo el partido de Allende el que debiera hacer este autoanálisis, sino todas las colectividades del espectro nacional, de manera de salir de la dimensión paralela en la que están y por la que no aparecen presentes en la vida de las personas de a pie, sino como una piedra en el talón.

Porque mientras el PS vive su propia debacle, en el resto de la oposición las cosas tampoco están para celebraciones. Así como apenas alrededor de un 15% de los consultados por la CEP afirman que se identifican con la centro izquierda o la centro derecha, no hay tampoco –en la misma medición- ningún dirigente que sea hoy referente para la ciudadanía y que logre destacar en la ecuación entre porcentaje de conocimiento y aprobación. Simplemente no existen.

La carrera como llanero solitario de la Democracia Cristiana –que pulula entre la ex Nueva Mayoría y negociar con el gobierno-; el PPD que no logra definir si pertenece a la izquierda a secas o a la centroizquierda; un Partido Comunista que parece olvidado a partir de la figuración de los nuevos movimientos y un Frente Amplio que no ha logrado demostrar que su llegada a la política nacional realmente sea un aporte, lo cierto es que el autoexamen del que habla Garretón pareciera ser más complejo de lo que a primera vista parece.

Finalmente, como dice el exdirigente MAPU, “hay una visión de país para 30 o 50 años que debemos construir y compartir”. Esa es la tarea pendiente, para una clase política que debe salir del eclipse.

Mientras gran parte del país está pendiente del eclipse solar del próximo 2 de julio, el mundo político vive su propio fenómeno.

En La Moneda, por ejemplo, todavía se sienten las esquirlas de la última encuesta CEP, con el magro 25% de respaldo a la gestión del Presidente, y recién comienzan a tranquilizarse en algo las aguas, luego de la pataleta UDI por el cambio de gabinete.

Pero es en la oposición, donde la oscuridad parece realmente venirse encima…

Entre la inexistencia y el descalabro, la ex Nueva Mayoría e incluso el Frente Amplio se mueven en un magma barroso, en el que solo logran enlodarse más en la medida en que intentan salir de una situación cada vez más compleja, sobre todo considerando que estamos a apenas un año de la elección municipal y –Dios mediante- de gobernadores regionales.

La falta de propuestas y mirada país que ha caracterizado a la oposición durante este periodo no es el único problema. Precisamente en momentos en que la ciudadanía menciona dentro de sus cinco principales preocupaciones la corrupción –con un aumento de cinco puntos entre la encuesta CEP de noviembre del año pasado y ahora-, la atmósfera se enrarece aún más a partir de un tema que ya había causado inquietud el año pasado en el PS: los vínculos del alcalde de San Ramón,  Miguel Ángel Aguilera, con el narcotráfico.

Ahora, esa comuna y el partido de Salvador Allende vuelven a salir a la palestra informativa, esta vez por supuestas irregularidades en las elecciones internas del partido, el pasado 26 de mayo, y donde –a un mes de los comicios- no se tiene certeza de los resultados. Tras la publicación, el Tribunal Supremo de la colectividad decidió anular la votación en San Ramón, asumiendo que es el único lugar donde sucedió algo así.

La tienda que otrora dedicaba sus días a defender a los más desvalidos –o, como decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano al hablar de los medios de comunicación, a darle voz a los humillados- hoy se sumerge cada vez más en un laberinto egocéntrico y autodestructivo del que no será fácil salir. Lo más gráfico en este sentido –y más lapidario, también- son las palabras del recién renunciado histórico militante socialista, el empresario Oscar Guillermo Garretón: “La vida de los partidos está degradada. También la del PS”.

Y si en algo tiene razón es precisamente en que la crisis no solo afecta al socialismo. La oposición está hoy inmersa en un espiral silencioso y autoreferente, del que no logran salir para reconectarse con la ciudadanía. Más bien viven una existencia propia y algo agónica a juzgar por las encuestas. De hecho, en la misma CEP conocida la semana pasada, más de un 60% de los encuestados dice que no se identifica con ningún sector político, un porcentaje similar afirma que nunca conversa de política con los amigos y un 90% dice que jamás ha militado.

El mismo Garretón advierte que se debe estudiar en qué se equivocó el socialismo, porque “si no lo hacemos, es imposible salir del pantano”. Pero, en la realidad actual, no es solo el partido de Allende el que debiera hacer este autoanálisis, sino todas las colectividades del espectro nacional, de manera de salir de la dimensión paralela en la que están y por la que no aparecen presentes en la vida de las personas de a pie, sino como una piedra en el talón.

Porque mientras el PS vive su propia debacle, en el resto de la oposición las cosas tampoco están para celebraciones. Así como apenas alrededor de un 15% de los consultados por la CEP afirman que se identifican con la centro izquierda o la centro derecha, no hay tampoco –en la misma medición- ningún dirigente que sea hoy referente para la ciudadanía y que logre destacar en la ecuación entre porcentaje de conocimiento y aprobación. Simplemente no existen.

La carrera como llanero solitario de la Democracia Cristiana –que pulula entre la ex Nueva Mayoría y negociar con el gobierno-; el PPD que no logra definir si pertenece a la izquierda a secas o a la centroizquierda; un Partido Comunista que parece olvidado a partir de la figuración de los nuevos movimientos y un Frente Amplio que no ha logrado demostrar que su llegada a la política nacional realmente sea un aporte, lo cierto es que el autoexamen del que habla Garretón pareciera ser más complejo de lo que a primera vista parece.

Finalmente, como dice el exdirigente MAPU, “hay una visión de país para 30 o 50 años que debemos construir y compartir”. Esa es la tarea pendiente, para una clase política que debe salir del eclipse.

Mientras gran parte del país está pendiente del eclipse solar del próximo 2 de julio, el mundo político vive su propio fenómeno.

En La Moneda, por ejemplo, todavía se sienten las esquirlas de la última encuesta CEP, con el magro 25% de respaldo a la gestión del Presidente, y recién comienzan a tranquilizarse en algo las aguas, luego de la pataleta UDI por el cambio de gabinete.

Pero es en la oposición, donde la oscuridad parece realmente venirse encima…

Entre la inexistencia y el descalabro, la ex Nueva Mayoría e incluso el Frente Amplio se mueven en un magma barroso, en el que solo logran enlodarse más en la medida en que intentan salir de una situación cada vez más compleja, sobre todo considerando que estamos a apenas un año de la elección municipal y –Dios mediante- de gobernadores regionales.

La falta de propuestas y mirada país que ha caracterizado a la oposición durante este periodo no es el único problema. Precisamente en momentos en que la ciudadanía menciona dentro de sus cinco principales preocupaciones la corrupción –con un aumento de cinco puntos entre la encuesta CEP de noviembre del año pasado y ahora-, la atmósfera se enrarece aún más a partir de un tema que ya había causado inquietud el año pasado en el PS: los vínculos del alcalde de San Ramón,  Miguel Ángel Aguilera, con el narcotráfico.

Ahora, esa comuna y el partido de Salvador Allende vuelven a salir a la palestra informativa, esta vez por supuestas irregularidades en las elecciones internas del partido, el pasado 26 de mayo, y donde –a un mes de los comicios- no se tiene certeza de los resultados. Tras la publicación, el Tribunal Supremo de la colectividad decidió anular la votación en San Ramón, asumiendo que es el único lugar donde sucedió algo así.

La tienda que otrora dedicaba sus días a defender a los más desvalidos –o, como decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano al hablar de los medios de comunicación, a darle voz a los humillados- hoy se sumerge cada vez más en un laberinto egocéntrico y autodestructivo del que no será fácil salir. Lo más gráfico en este sentido –y más lapidario, también- son las palabras del recién renunciado histórico militante socialista, el empresario Oscar Guillermo Garretón: “La vida de los partidos está degradada. También la del PS”.

Y si en algo tiene razón es precisamente en que la crisis no solo afecta al socialismo. La oposición está hoy inmersa en un espiral silencioso y autoreferente, del que no logran salir para reconectarse con la ciudadanía. Más bien viven una existencia propia y algo agónica a juzgar por las encuestas. De hecho, en la misma CEP conocida la semana pasada, más de un 60% de los encuestados dice que no se identifica con ningún sector político, un porcentaje similar afirma que nunca conversa de política con los amigos y un 90% dice que jamás ha militado.

El mismo Garretón advierte que se debe estudiar en qué se equivocó el socialismo, porque “si no lo hacemos, es imposible salir del pantano”. Pero, en la realidad actual, no es solo el partido de Allende el que debiera hacer este autoanálisis, sino todas las colectividades del espectro nacional, de manera de salir de la dimensión paralela en la que están y por la que no aparecen presentes en la vida de las personas de a pie, sino como una piedra en el talón.

Porque mientras el PS vive su propia debacle, en el resto de la oposición las cosas tampoco están para celebraciones. Así como apenas alrededor de un 15% de los consultados por la CEP afirman que se identifican con la centro izquierda o la centro derecha, no hay tampoco –en la misma medición- ningún dirigente que sea hoy referente para la ciudadanía y que logre destacar en la ecuación entre porcentaje de conocimiento y aprobación. Simplemente no existen.

La carrera como llanero solitario de la Democracia Cristiana –que pulula entre la ex Nueva Mayoría y negociar con el gobierno-; el PPD que no logra definir si pertenece a la izquierda a secas o a la centroizquierda; un Partido Comunista que parece olvidado a partir de la figuración de los nuevos movimientos y un Frente Amplio que no ha logrado demostrar que su llegada a la política nacional realmente sea un aporte, lo cierto es que el autoexamen del que habla Garretón pareciera ser más complejo de lo que a primera vista parece.

Finalmente, como dice el exdirigente MAPU, “hay una visión de país para 30 o 50 años que debemos construir y compartir”. Esa es la tarea pendiente, para una clase política que debe salir del eclipse.

 

Publicado en El Mercurio de Valparaíso.

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