Disparo en los pies

7 de Noviembre 2021 Columnas

“Es cierto que nosotros vamos a meterle inestabilidad al país, porque vamos a hacer transformaciones importantes”, dijo esta semana el candidato a senador por el pacto de Gabriel Boric y secretario general de Revolución Democrática, Sebastián Depolo, generando un terremoto en la campaña del abanderado del Frente Amplio y entregando en bandeja a sus contrincantes la posibilidad de criticarlo precisamente en su punto más flaco: la capacidad de un futuro gobierno suyo de generar la estabilidad necesaria para que el país se levante de la crisis social, sanitaria y económica en que se encuentra desde hace ya dos años.

Aunque pocas horas después, Depolo cayó en cuenta del error que había cometido e intentó desdecirse, lo dicho quedó en la retina y en las portadas de todo Chile. Y pese a que el dirigente de RD advirtió que fue “una frase desafortunada”, tuvo que ser el propio abanderado de Apruebo Dignidad el que tuvo que salir a aclarar la situación, asegurando que “yo tengo la convicción de que nuestro programa y su concreción es lo que pueden asegurarle a Chile estabilidad, gobernabilidad y es en eso en lo que nos vamos a jugar”.

El problema, es que como dice el dicho, en política el que explica, se complica. Y mucho más cuando las palabras de Depolo aparecieron justo en plena presentación del tardío programa de gobierno del abanderado del FA. Lo que debió haber sido la coronación de un largo proceso terminó convirtiéndose en una herramienta más para quienes critican al presidenciable y sus propuestas. El aumento de los impuestos a quienes ganan más de 4,5 millones de pesos, el fin de las AFP e isapres, y el sueldo mínimo de $500 mil, se convirtieron en un instrumento para que José Antonio Kast, Sebastián Sichel y hasta Marco Enríquez-Ominami lo desacreditaran y afirmaran que estas propuestas precisamente demuestran la inestabilidad que Boric supuestamente encarna.

Pero además, las palabras de Depolo apuntan precisamente a reforzar el corazón del mensaje que los contrincantes de Boric han intentado instalar durante toda la campaña, afirmando que este no da garantías de gobernabilidad, que no tiene experiencia y que un futuro gobierno suyo solo podría traer, precisamente, inseguridad al país.

Justo en esa línea, Kast no dejó de aprovechar el momento y sentenció a través de redes sociales que “no les basta con haber destruido el país, los ahorros de los chilenos, el alza del costo de la vida, ahuyentar la inversión: Gabriel Boric va por más inestabilidad e incertidumbre”. Mientras, Sichel advirtió que “Depolo sincera lo evidente: Boric no está preparado para gobernar un país. Chile necesita cambios, pero en paz, en orden y con justicia; Chile también necesita defender la libertad, pero ojo, todas las libertades”.

En pocas palabras y en buen chileno, Depolo entregó en bandeja a Boric.

Según cita Gonzalo Valdés en un texto fechado en noviembre de 2020, el Banco Mundial define la inestabilidad política como “la propensión de un gobierno a colapsar. La inestabilidad de los gobiernos aumenta la probabilidad de cambios abruptos de políticas públicas y de nuevos (des)equilibrios de poder, que a su vez generan más inestabilidad política”, descripción que es preocupante si se extrapola a la realidad chilena. Más aun cuando en su panorama general, la misma entidad internacional recuerda que el estallido social expuso “la vulnerabilidad del sistema socioeconómico, con manifestantes que demandaban un cambio en la dirección política y social del país”, mientras que la pandemia por Covid-19 “ha hecho que la economía se desplome, al punto de ver la peor recesión en décadas”.

En la misma línea, esta semana la prestigiosa revista The Economist lanzó una advertencia brutal respecto del camino por el que está transitando el país y aseguró que “Chile parece estar en peor forma que en cualquier otro momento desde hace 3 décadas”. Mucho más lapidaria, la publicación afirmó que “los políticos más ambiciosos de Chile han comparado a menudo el país con Finlandia. Pero los acontecimientos de las últimas semanas y años sugieren que en realidad se parece a uno de sus vecinos disfuncionales”.

En ese escenario, considerar en medio de una campaña, en plena crisis económica y sanitaria, y a solo tres semanas de las elecciones, que la inestabilidad es la promesa más adecuada para promover el proyecto de Boric, parece un error a todas luces. Y si bien errar es humano, lamentablemente no fue el momento ni el lugar para, en buen chileno, meter las patas y dispararse en los pies.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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