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Dilemas del Frente Amplio

El rápido ascenso a las “grandes ligas” llevaron al Frente Amplio a vivir esta semana su primera gran derrota
Max Colodro

Max Colodro

Doctor en Filosofía
  • Sociólogo, Doctor en Filosofía y analista político.

Columnista diario La Tercera. Ex director de Estudios del Ministerio Secretaría General de la Presidencia y ex vicepresidente de la Comisión Nacional Unesco-Chile. Columnista, analista político y escritor.

La elección pasada -la primera sin binominal- fue escenario perfecto para que el Frente Amplio pudiera optimizar su impresionante rendimiento presidencial y parlamentario. A diferencia de lo ocurrido con Marco Enríquez en 2009, esta vez el buen desempeño de Beatriz Sánchez en primera vuelta estuvo acompañado de 20 diputados y un senador electos, logro que vino a debilitar la impronta del duopolio, precisamente lo que se buscaba con el cambio de sistema electoral. La contundencia de este resultado dejó al Frente Amplio como un indiscutido tercer actor en el juego político nacional, una realidad plena de potencialidades, pero no carente de riesgo. En efecto, entre estos estaba la tentación de la autocomplacencia, es decir, que la magnitud del éxito electoral impidiera poner en perspectiva las complejidades del ciclo que atraviesa la centroizquierda chilena, uno en el que por primera vez en mucho tiempo la derecha ha ganado dos elecciones presidenciales en menos de una década. Los espejismos generados por el rápido ascenso a las “grandes ligas” llevaron al Frente Amplio a vivir esta semana su primera gran derrota política. Consecuencia de una acusación constitucional diseñada a la rápida, con débil e impreciso fundamento jurídico y que, sobre todo, partió de una lectura completamente equivocada del momento político que atraviesan las fuerzas de la oposición, en particular, la DC. En los hechos, solo ese profundo error de cálculo, alimentado por una buena dosis de simplismo y candidez adolescente, pudo llevar a su bancada de diputados a creer que era cosa de presentar un libelo acusatorio contra el ministro de Salud y el resto de las fuerzas opositoras no iba a tener más alternativa que respaldarlo. En el trasfondo que explica este traspié, se develó la carencia de un diagnóstico afinado y compartido sobre el trance histórico que atraviesan las fuerzas de izquierda a nivel nacional y mundial, un déficit donde se conjugaron inexperiencia política e inmadurez vital, mezcladas con exceso de confianza derivado del éxito electoral. Que el FA creyera que podía liderar al conjunto de la centroizquierda en una acusación constitucional, cuando no hay claridad de si este conglomerado emergente viene a competir o a sumarse a la ex Nueva Mayoría en la construcción de un proyecto político, resultó una completa ingenuidad. Y lo será más todavía si alguien en su interior cree que es posible consolidarse como eje opositor sin explicitar sus definiciones estratégicas de mediano y largo plazo. ¿Aspiran a ser gobierno en el próximo período o pretenden ser simplemente un actor testimonial? ¿Si buscan ser gobierno van intentar construir alianzas con quién?, ¿con sectores de la ex Nueva Mayoría? ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar: el PC y el PS, el PPD y la DC? ¿O realmente aspiran a representar una alternativa a las fuerzas tradicionales y, en ese caso, estarán dispuestos a pagar el precio de no hacer pactos electorales con dichas fuerzas? Las debilidades políticas que el Frente Amplio empezó a exhibir esta semana, no son más que la primera secuela de su dificultad para abordar con rigor sus dilemas políticos presentes y futuros. Publicada en La Tercera.