Quiero abordar este día del libro 2022 desde una mirada regionalista y pragmática. Hace poco llegó a mis manos un Catálogo de Editoriales de la Región de Valparaíso (2019) publicado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Cuento 44 editoriales, aunque puede que a la fecha algunas de ellas ya no existan. Para que se hagan una idea, algunas tienen un número de 3 publicaciones (Akanni Ediciones), otras 7 publicaciones (Una casa de Cartón) y una consolidada como la Editorial Universidad de Valparaíso cuenta con 72. Más allá de la cantidad me parece valioso dar cuenta de la pluralidad de estos proyectos. Estos contemplan miradas que van desde lo académico, lo latinoamericanista, feminista, pasando por temas hasta ahora marginales como inclusión, la escena musical chilena, cine, artes visuales hasta temas ecológicos. Todo el esfuerzo de estas editoriales no tendrá fruto sino pensamos la cuestión del libro como un proceso complejo con múltiples engranajes.
Partiendo por una editorial que se la juega y que está dispuesta a acoger a autores no consagrados, de ahí la importancia de las así llamadas “editoriales independientes”. Desde el otro lado, un autor académico muchas veces no se anima a publicar en una editorial más pequeña por el sistema de asignación de puntajes que lo desfavorece. La cadena sigue con los medios de difusión, ya sea prensa escrita o redes sociales que reseñen libros que no estén rankeados. Lo de los rankings de libros, a propósito, es un arma de doble filo que contribuye a un círculo vicioso. Destaco aquí la labor de varios suplementos literarios virtuales, los que abren el apetito lector de modo refrescante (como el caso de “Viaje inconcluso” de la Editorial Bogavantes).
El delicado proceso del libro sigue con los intrincados vericuetos de distribución y acuerdos entre editoriales y libreros. ¿Cómo llega finalmente la editorial a “colocar” su libro en una librería? Hay librerías que no forman parte de las grandes cadenas y que deben sortear la difícil situación de comprar los libros ya que no acceden, por su monto de ventas, a la consignación. Desde la mirada de la editorial, no es conveniente la consignación ya que la retribución económica demora mucho en llegar. También es importante comprender la labor de la librería mucho más allá de la mera venta de libros. Las librerías independientes son el espacio de visibilización de editoriales y escritores de cada zona y por eso merecen mayor apoyo institucional. A este panorama que ya en sí es complejo hay que agregar el problema no menor de la piratería.
Así, el tema del fomento a la lectura, del libro y su situación actual, requiere de una consideración global que apoye y disloque con nuevas estrategias los sucesivos pasos que lo componen.
Publicada en El Mercurio de Valparaíso.