Desorientaciones

10 de Junio 2019 Columnas

El mensaje presidencial debía ser la instancia para ordenar la agenda y retomar la iniciativa política, pero resultó exactamente al revés: no alcanzó a apagarse el eco del discurso cuando la DC ya afirmaba que el acuerdo que permitió dar inicio a la reforma previsional había sido violentado por La Moneda, al relativizar que el 4% de cotización adicional iba a quedar en manos de un monopolio estatal. El presidente de la Falange, Fuad Chahin, incluso se dio el lujo de recordarle al gobierno que, en materia legislativa, son ellos quienes tienen ‘el sartén por el mango’.

En paralelo, el jefe de RN, Mario Desbordes, aprovechó la circunstancia para solicitarle al Ejecutivo que desestimara la reintegración del sistema tributario, informando de paso que si el gobierno insistía en una fórmula que impidiera a los cotizantes elegir al administrador de sus ahorros previsionales, él y no pocos de su sector votarían en contra. En un escenario en que carece de mayorías parlamentarias, el gobierno además decidió tensionar al Congreso anunciando una iniciativa para disminuir el número de parlamentarios.

Mientras tanto, el contexto solo empeora: la encuesta Criteria de mayo muestra al gobierno ya bajo el umbral del 30% de aprobación y con un rechazo en torno al 60%, al tiempo que según el estudio mensual de Adimark, la confianza de los consumidores ha caído a su peor nivel en dos años. A su vez, en una decisión inédita, el Banco Central puso marcha atrás en la normalización de la tasa de referencia, señal de que la debilidad de la economía es sin duda más profunda que las proyecciones realizadas hasta ahora.

En este cuadro el gobierno mantiene su prioridad política en una agenda de reformas cada día más improbable de aprobar o que, en caso de ver finalmente la luz, supondrá tal grado de concesiones que terminará completamente desdibujada en sus objetivos originales. A estas alturas, es claro que la oposición no está ni estará disponible para aprobar los proyectos de La Moneda, salvo al precio de convertirlos en algo casi irreconocible.

Por último, esta semana se instala en el escenario el desafío de un nuevo partido liderado por José Antonio Kast, un referente que entre sus objetivos centrales tiene el denunciar las inconsistencias y debilidades programáticas de la actual administración. Así, un gobierno a la baja en materia de aprobación y expectativas, con prioridades traspasadas a un Congreso que no controla, frente a una oposición sin voluntad de entendimientos y sin nada que perder, tendrá ahora competencia no solo desde la alicaída centroizquierda.

Este era el año para dejar instalado el sello del gobierno, ya que en 2020 el país retoma el ciclo electoral. El tiempo se le acaba y sacar adelante reformas teniendo menos de 30% en las encuestas es siempre muy difícil. Si quiere resultados distintos, simplemente el Presidente no puede seguir haciendo lo mismo.

Publicado en La Tercera.

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