¿Cómo desarrollar nuestras ciudades?

11 de Febrero 2018 Columnas

El detrimento del sentido cívico y el alejamiento de los ciudadanos respecto a los asuntos públicos son temas recurrentes en las reflexiones políticas de los últimos años. En otras palabras, parece existir una suerte de disociación entre la vida pública y la vida privada, lo que se ha transformado en una problemática que subyace al malestar, al descontento y a la desafección ciudadana. Si bien desde la intelectualidad han existido distintas propuestas para desafiar o sobrellevar esta realidad, usualmente surge en los análisis una arista concreta que se plantea como piedra angular de un verdadero cambio sociopolítico: repensar nuestros barrios y ciudades.

El fundamento de esta idea es bastante lógico, pues sería precisamente allí, en la ciudad, donde se generaría el verdadero encuentro cívico. Sin embargo, todos sabemos que se hace bastante complicado vivir esa “vida pública” con calles sucias y llenas de perros vagos, con plazas y zonas verdes cada día más escasas, con paseos costeros y juegos que se han transformado en un lujo de balnearios sofisticados, y con un sistema de transporte poco amigable e ineficiente. Bajo este prisma, entonces, todas estas preocupaciones 110 sólo deben ser miradas como elementos esenciales de la calidad de vida de los individuos, sino que también como el verdadero sustento de la vida comunitaria.

Por todo esto, no podemos sino celebrar el reciente anuncio del Consejo de Desarrollo Urbano, que planea entregar en marzo una propuesta de 50 indicadores para desarrollar nuestras ciudades. El estudio, que se ha venido preparando en los últimos dos años, toca temáticas esenciales en relación al desarrollo de la vida social. Hablamos, por ejemplo, de la existencia de plazas y paraderos cada a cinco cuadras, la instalación de colegios cada un kilómetro, el establecimiento de recorridos de una hora como máximo en el transpone público, entre muchas otras cosas.

En la región de Valparaíso bien sabemos que estas temáticas son especialmente complejas. En la última Encuesta sobre Calidad de Vida de la Fundación Piensa observamos la insatisfacción ciudadana respecto al transporte, conectividad seguridad y equipamiento urbano, todas dimensiones esencialmente ligadas al buen desarrollo de la vida comunitaria.

Por eso mismo, urge que los indicadores presentados por el Consejo de Desarrollo Urbano aporten algo más que al mero diagnóstico, pero también urge trabajarlos con cautela. Y es que, si bien la estandarización de la evaluación aportará información más que relevante en cuanto al desarrollo inequitativo de nuestras ciudades, quienes estudiamos, vivimos y trabajamos en provincias bien sabemos que los territorios son ricos en su complejidad y diversidad. El gran desafío, entonces, es planificar y desarrollar nuestras ciudades en torno a sus inherentes identidades. Lamentablemente, esto no se asegura con indicadores estandarizados, sino que más bien con descentralización.

Ya hemos aclarado que la propuesta del Consejo de Desarrollo Urbano representa una gran noticia. Sin embargo debemos estar plenamente conscientes de que la heterogeneidad territorial opera en todo orden de cosas. Desarrollemos nuestras ciudades desde su historia, sólo asi podremos fortalecer la vida social y comunitaria.

Publicado en El Mercurio de Valparaíso

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