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Del Bombardeo de Valparaíso a la guerra ruso-ucraniana: ¿alguna relación?

La guerra ruso-ucraniana que hoy nos toca contemplar se parece un poco al conflicto entre España y Chile: un imperio mutilado y decadente que trata de garantizar su dominio informal sobre una antigua dependencia por medio del uso de la fuerza.
Rodrigo Escribano

Rodrigo Escribano

Doctor in Philosophy. Doctor en América Latina y la Unión Europea en el contexto internacional
  • Doctor of Philosophy, School of Humanities and Communication Arts, Western Sydney University, 2019.
  • Doctor en “América Latina y la Unión Europea en el Contexto Internacional” (D400), Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT), Universidad de Alcalá, 2019.
  • Máster en “América Latina y la Unión Europea: una cooperación Estratégica” , Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT), Universidad de Alcalá, 2015....

Han pasado exactamente 157 años. Tocaban las 9:00 de la mañana del 31 de marzo de 1866. La extensa bahía de Valparaíso, habitualmente procelosa, permanecía aquel día en relativa calma. La ciudad, cuyo bullicio cotidiano reflejaba la pujanza de su comercio y de sus finanzas, era presa de un silencio poco halagüeño. Cerca de 40.000 personas, casi la mitad de sus habitantes, la habían abandonado penosamente a lo largo de los últimos 4 días. La razón de tal éxodo estaba a punto de materializarse. Una escuadra española poderosamente artillada se cernía sobre las costas que orillaban al emporio chileno. Su comandante, Casto Méndez Núñez, había dado la orden de bombardear Valparaíso.

¿Qué buscaba España, aquel imperio desvencijado y reducido a sus posesiones en el Caribe y Filipinas, vomitando fuego sobre un puerto desarmado? Las interpretaciones clásicas han visto en este acto un gesto quijotesco, propio de unos gobernantes prepotentes que no aceptaban las independencias latinoamericanas e improvisaron una malhadada “política de prestigio”. Sin embargo, desde el proyecto Fondecyt de Iniciación “La Expedición del Pacífico y la Guerra Hispano-Sudamericana en los imaginarios geopolíticos españoles” -cuya web les invitamos a visitar: https://envi19.hcommons.org/- hemos descubierto que esto no fue así exactamente. En realidad, el bombardeo de Valparaíso formaba parte de un plan muy elaborado por los cultivadores de la ideología panhispanista. Según su parecer, la Monarquía española podía regenerarse como potencia global si lograba establecer una esfera de influencia informal en sus antiguos dominios del continente americano. El ataque a Chile no era otra cosa que un intento de intervención post-imperial que pretendía que España recuperase cierta hegemonía diplomática y comercial en las costas orientales del Pacífico.

Tal proyecto puede parecernos anacrónico, pero la guerra ruso-ucraniana que hoy nos toca contemplar se parece un poco al conflicto entre España y Chile: un imperio mutilado y decadente que trata de garantizar su dominio informal sobre una antigua dependencia por medio del uso de la fuerza. Los paneslavistas que aún sostienen la viabilidad de este horizonte podrían aprender algunas cosas del ejemplo de la guerra hispano-sudamericana. Como queda poco espacio, subrayaremos la más importante. La agresión a Chile contribuyó a alejar a las repúblicas latinoamericanas de cualquier visión positiva de su legado español, frustrando el ideal de unidad que pretendía el panhispanismo y perjudicando gravemente a los españoles que habitaban en el Pacífico. Solo la dolorosa constatación del fracaso geopolítico que había supuesto la guerra y muchas décadas de alejamiento pudieron sanar las heridas. Pero el daño ya estaba hecho, y la sana concordia entre ambas sociedades se demoró mucho más en germinar de lo que habría sido deseable.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

Del Bombardeo de Valparaíso a la guerra ruso-ucraniana: ¿alguna relación?

La guerra ruso-ucraniana que hoy nos toca contemplar se parece un poco al conflicto entre España y Chile: un imperio mutilado y decadente que trata de garantizar su dominio informal sobre una antigua dependencia por medio del uso de la fuerza.

Han pasado exactamente 157 años. Tocaban las 9:00 de la mañana del 31 de marzo de 1866. La extensa bahía de Valparaíso, habitualmente procelosa, permanecía aquel día en relativa calma. La ciudad, cuyo bullicio cotidiano reflejaba la pujanza de su comercio y de sus finanzas, era presa de un silencio poco halagüeño. Cerca de 40.000 personas, casi la mitad de sus habitantes, la habían abandonado penosamente a lo largo de los últimos 4 días. La razón de tal éxodo estaba a punto de materializarse. Una escuadra española poderosamente artillada se cernía sobre las costas que orillaban al emporio chileno. Su comandante, Casto Méndez Núñez, había dado la orden de bombardear Valparaíso.

¿Qué buscaba España, aquel imperio desvencijado y reducido a sus posesiones en el Caribe y Filipinas, vomitando fuego sobre un puerto desarmado? Las interpretaciones clásicas han visto en este acto un gesto quijotesco, propio de unos gobernantes prepotentes que no aceptaban las independencias latinoamericanas e improvisaron una malhadada “política de prestigio”. Sin embargo, desde el proyecto Fondecyt de Iniciación “La Expedición del Pacífico y la Guerra Hispano-Sudamericana en los imaginarios geopolíticos españoles” -cuya web les invitamos a visitar: https://envi19.hcommons.org/- hemos descubierto que esto no fue así exactamente. En realidad, el bombardeo de Valparaíso formaba parte de un plan muy elaborado por los cultivadores de la ideología panhispanista. Según su parecer, la Monarquía española podía regenerarse como potencia global si lograba establecer una esfera de influencia informal en sus antiguos dominios del continente americano. El ataque a Chile no era otra cosa que un intento de intervención post-imperial que pretendía que España recuperase cierta hegemonía diplomática y comercial en las costas orientales del Pacífico.

Tal proyecto puede parecernos anacrónico, pero la guerra ruso-ucraniana que hoy nos toca contemplar se parece un poco al conflicto entre España y Chile: un imperio mutilado y decadente que trata de garantizar su dominio informal sobre una antigua dependencia por medio del uso de la fuerza. Los paneslavistas que aún sostienen la viabilidad de este horizonte podrían aprender algunas cosas del ejemplo de la guerra hispano-sudamericana. Como queda poco espacio, subrayaremos la más importante. La agresión a Chile contribuyó a alejar a las repúblicas latinoamericanas de cualquier visión positiva de su legado español, frustrando el ideal de unidad que pretendía el panhispanismo y perjudicando gravemente a los españoles que habitaban en el Pacífico. Solo la dolorosa constatación del fracaso geopolítico que había supuesto la guerra y muchas décadas de alejamiento pudieron sanar las heridas. Pero el daño ya estaba hecho, y la sana concordia entre ambas sociedades se demoró mucho más en germinar de lo que habría sido deseable.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.