De edecanes y “zurdos”

22 de Noviembre 2020 Columnas

“Es más zurdo que la chucha”, comentó el diputado UDI Javier Macaya, solo unas horas después de que se suscitara un nuevo terremoto en Carabineros, que terminó con la abrupta salida de Mario Rozas desde la dirección de la entidad y la asunción del mando de Ricardo Yáñez. Obviamente, el parlamentario oficialista no se dio cuenta de que su micrófono estaba aún prendido.

Pero independiente del sector político por el que pudiera tener predilección el nuevo general director de la policía uniformada, lo cierto es que la salida de Rozas era una petición que había resonado largamente desde los hechos de violencia y las violaciones a los DD.HH. en pleno estallido social, lo que hizo más profunda la baja valoración de la institución por parte de la ciudadanía, sumándose a los casos de corrupción que venían de gestiones anteriores, pero que continúan en la retina pública.

Ya en enero de este año, la encuesta CEP mostraba una caída de 40 puntos en la aprobación a la labor de la policía, entre 2015 y diciembre de 2019, la que se descomponía en dos grandes bajas: la primera en 2017 (luego de que se conociera el denominado caso “Pacogate”) y la segunda post 18-O, a partir de los enfrentamientos entre carabineros y manifestantes, y los problemas suscitados por el actuar de los policías que terminó con más de 400 personas con traumas oculares –incluidos Fabiola Campillai y Gustavo Gatica, que perdieron ambos ojos- y más de dos mil querellas por violaciones a los DD.HH.

A partir de la llegada de la pandemia, la imagen de Carabineros había mejorado. Así lo mostraba la encuesta Cadem, donde los números se habían incrementado en el primer semestre. Sin embargo, la medición de mediados de octubre volvió a mostrar una baja y la institución apareció en noveno lugar, con apenas un 36% de aprobación. Así, nuevamente la entidad igualaba la evaluación de hace justo un año, en pleno estallido social, mostrando además actuaciones complejas y cuestionables, como la que terminó con un joven en la ribera del Río Mapocho, precisamente en los primeros días de ese mes.

Así, se ha llegado a una caída sin precedentes desde el retorno de la democracia, cuando constantemente la policía uniformada aparecía en los primeros lugares entre las instituciones más valoradas por la ciudadanía. Los casos de corrupción, la situación de tensión y violencia en La Araucanía, y el estallido social, por nombrar algunos temas, no hicieron otra cosa que ir sobregirando la cuenta corriente, con innumerables tarjetas amarillas, que nunca se transformaban en roja –pues el Presidente Piñera se negaba a pedir la renuncia de Rozas, su ex edecán- y con los ánimos ciudadanos cada vez más caldeados.

Y llegó el día D: la entrada de carabineros a una residencia del Sename en Talcahuano, donde dos adolescentes, que debían ser protegidos por el Estado, terminaron baleados, fue la gota que rebasó el vaso y que terminó con la historia de Rozas como mandamás de la policía uniformada.

En este escenario, la llegada de Ricardo Yáñez a la cabeza de la institución no se torna para nada fácil. En primer lugar, llega conminado por el propio Presidente a liderar una modernización de Carabineros que hace rato ocupa titulares en vano. Se trata de una reforma para la cual se requiere de un piso y voluntad política que hasta hoy no ha existido y, aunque Yáñez sea el llamado a hacerse cargo, lo cierto es que no habrá ninguna opción de que las modificaciones se ejecuten si no es el Parlamento y el propio Ejecutivo quienes lideren el proceso. Y hasta ahora no lo han hecho.

Yáñez también deberá hacer frente al desgaste al interior de la propia institución y a la sensación de que Carabineros es el que “paga el pato” por los desaciertos políticos y la molestia ciudadana. En ese sentido, si bien quienes lo conocen afirman que el nuevo mandamás de la policía uniformada tiene un trato cercano con sus filas, deberá conjugar algo que su antecesor nunca pudo enlazar: el respaldo a los funcionarios, pero también la mano dura cuando hay excesos.

Rozas se sumó a una larga lista de generales que salieron por la puerta de atrás de la cabeza de la policía uniformada, pero el objetivo de Yáñez debiera ser cambiar el fatídico final y realmente darle un giro a la institución. Carabineros fue una institución querida y la única forma en la que puede ejercer su rol y hacer honor a su lema “Orden y Patria” es con legitimidad y valoración por parte de la ciudadanía. Y para ello, la receta base es el respeto a toda prueba por los derechos humanos de quienes juraron proteger.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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