Crónica de un éxito anunciado

17 de Enero 2018

La votación del proyecto de ley de identidad de género le dio al senador electo Felipe Kast la oportunidad que estaba buscando: distinguirse del conservadurismo esencialista de sus socios y mostrar la cara liberal que no pudo ofrecer en la discusión del aborto en tres causales. Que se le hayan echado encima parlamentarios reconocidamente pechoños de su sector es pura ganancia para el joven Kast y su partido: le permitió articular un discurso sobre el compromiso de Evópoli con la libertad de las personas, no sólo en la dimensión económica sino también moral. Les sirve también para dar vuelta la página respecto de las declaraciones de su senadora por chiripa Carmen Gloria Aravena y su negativa a legislar favorablemente el matrimonio igualitario.

Esta será la tónica de los próximos años. La nueva bancada de Evópoli, comandada por Kast, buscará la manera de matizar el momiaje de Chile Vamos en aquellas batallas bautizadas como “valóricas”. Se generará tensión porque la UDI y RN acusarán deslealtad con el programa del presidente Piñera. Cada vez que ello ocurra, Evópoli cosechará la simpatía de parte importante del electorado de derecha que no es tan conservador como la gran mayoría de sus dirigentes.

Lo de Evópoli es la crónica de un éxito anunciado. Cuando Allamand intentó forjar una derecha liberal a contrapelo de los carcamales que RN absorbió de la dictadura, fracasó estrepitosamente. Al poco tiempo, Allamand se sumó al bando lavinista y desde entonces nunca más figuró entre los referentes liberales del país. La idea noventera de Allamand no era mala. Pero, como enseña su biografía política, suele llegar a destiempo. Su epitafio dirá: aquí yace un adelantado. Diez años más tarde apareció un colectivo llamado Independientes en Red, donde muchos de los fundadores de Evópoli se vieron por primera vez las caras: Hernán Larraín Matte, Francisco Undurraga, Francisca Florenzano, el propio Kast, entre otros. Este proyecto tampoco tuvo un final feliz, pero sirvió para despertar el hambre de un nuevo elenco. Diez años después de eso, ya hay suficiente agua en la piscina para esa esquiva derecha liberal, aunque sea en una versión tímida.

Dos factores contribuyen a ello. El primero es la derechización de RN. La vieja derecha prepinochetista funcionaba en base a la alianza histórica de liberales y conservadores. Con la llegada de la democracia, era razonable reeditar el pacto. De ahí el atractivo de la llamada “patrulla juvenil” y de los esfuerzos del propio Allamand. Pero tras el lavinismo vino el largo reinado de Carlos Larraín en RN y las posibilidades de articular una voz liberal consistente desde ahí se desvanecieron. A Don Carlos no le gustaban los pipiolos, como los llamaba con sorna. Entonces, los pocos liderazgos liberales que habitaban en RN se marcharon. Lily Pérez y Karla Rubilar fundaron Amplitud. Y aunque esta apuesta no haya funcionado electoralmente, su nacimiento sí dio cuenta de una necesidad insatisfecha. Esa necesidad la satisface hoy Evopoli, que se ve mejor aspectado que Amplitud. En resumen, Evopoli no habría sido necesario si RN hubiese cumplido su rol como patita liberal en una gran alianza con los conservadores de la UDI. La historia dirá que Carlos Larraín fue uno de los principales instigadores del éxito del clan de Kast y compañía.

El segundo factor es generacional. Piense en el universitario promedio que simpatiza en general con las ideas de la derecha. Se define libremercadista, no tiene ningún vínculo emotivo con Pinochet y adquirió consciencia política en un país culturalmente más abierto y menos pudoroso que el de sus padres. Ese joven tiene pocos incentivos para militar en partidos que nacieron para defender la obra de una dictadura que no conoció y cuyos parlamentarios se han opuesto sistemáticamente a todas las cuestiones que a él le parecen obvias: diversidad de orientación sexual, posibilidad de divorciarse, igualdad legal entre hijos nacidos fuera y dentro del matrimonio, acceso a la píldora del día después, etcétera.

Un reciente estudio de la socióloga Stephanie Alenda confirma esta hipótesis. Alenda examinó el posicionamiento de los dirigentes de los partidos de Chile Vamos en una serie de materias. Mientras no se registraron grandes diferencias en el eje económico, en el eje “valórico” las discrepancias entre Evópoli y sus socios fueron manifiestas. Mi hipótesis adicional es que Evópoli arroja un perfil más liberal justamente porque el grueso de sus adherentes pertenece a una nueva generación. Dicho de otro modo, la mayoría de los jóvenes que se forman tanto intelectual como afectivamente en circuitos familiares y culturales de derecha preferirán a Evópoli porque se conecta mejor con su propia experiencia histórica en un Chile que ha cambiado progresivamente de piel. En jerga financiera, mientras la UDI y RN gozan en la actualidad de un saludable stock de militantes, en términos de flujo la situación de Evópoli parece más auspiciosa. Están condenados a crecer. El sueño de Allamand lo hará finalmente realidad Felipe Kast.

Publicado en The Clinic.

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