Crisis medioambiental

28 de Junio 2019 Columnas

La votación en Alemania hace un mes con motivo de las elecciones europeas tuvo un gran ganador: el Partido Verde (20,5%). La estrategia del partido acertó al concentrarse en su propia marca registrada, es decir, poner el foco exclusivamente en la problemática medioambiental, marginalizando otros temas polarizantes, como la agenda pro inmigración. Los partidos tradicionales alemanes, en todo caso, estaban advertidos: los “friday for future” iniciados por la activista Greta Thunberg marcaron la previa de las elecciones.

¿Qué nos dice en Chile esta elección? Primero, que hay que tomárselo en serio, porque la conciencia medioambiental tendrá una relevancia cada día mayor. Algo de esto se percibe en el reciclaje, el uso de bicicletas como medio de transporte y en la (poca) eficiencia energética. Esto tendrá una caja de resonancia aún mayor con la realización de la COP25 a fin de año en Chile. El calentamiento global, la escasez hídrica y las crisis de contaminación son demasiado evidentes como para hacer oídos sordos a una realidad que golpea la economía, los paisajes y, por último, a los mismos habitantes.

Segundo, que la crisis medioambiental debe ser mediada políticamente. Esto es, que el medioambiente no sea patrimonio exclusivo de un puñado de activistas voluntaristas mientras las prácticas contaminantes continúan como si nada. Basta pensar en las micros que apestan el Gran Valparaíso. No se trata de la creación de un gran partido verde que monopolice el tema como coto de caza privado. Al revés, que todo el arco de partidos, así como el Estado, lo asuman como prioridad. Sin perjuicio del potencial electoral que tiene el argumento ecológico -como se vio en Alemania- debiese primar un genuino interés público por una sociedad cuyo desarrollo sea limpio y sustentable.

En los últimos años y meses Chile ha realizado importantes avances. La eliminación de bolsas plásticas, la reciente agenda de descarbonización y la obligación a la carbono neutralidad al año 2050 ilustran el punto. Con todo, quedan muchos y graves desafíos por delante. Entre los macroaspectos más urgentes por enfrentar destaca el ciclo productivo-industrial. El mejor ejemplo, por evidente y grosero, es el de Quintero. Asimismo, y sin desmerecer el empuje a las energías renovables, quedan desafíos en el ámbito energético. En la producción de alimentos, y sin perjuicio del retiro de los lagos del país, la industria del salmón sigue siendo factor de contaminación de aguas (también las del prístino Canal Beagle si hay luz verde).

Del mismo modo, deben discutirse los efectos de la monocultura forestal y su ilimitada expansión si se quiere enfrentar la acidificación de suelos (pino) y la escasez de agua (eucaliptos). Por último, se debe dar un impulso decidido a los medios de transportes no contaminantes y sin emisiones, como el ferrocarril. En este sentido, la discusión actual en torno al tren rápido de Valparaíso a Santiago y la extensión del metro a La Calera no es baladí.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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