¿Conoces a Miguel Duaso?

6 de Diciembre 2020 Columnas

¿Conoces a Miguel Duaso? Seguramente no y, hasta el lunes pasado, yo tampoco. Le cuento: Duaso, según su propia página web, es ingeniero civil de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, tiene 37 años, es el mayor de tres hermanos, se autodefine como deportista, emprendedor con alto sentido ecológico y como una persona que trabaja en el servicio público para superar la pobreza. Más específicamente, actualmente se desempeña como Director del FOSIS en la Región Metropolitana.

Asumo que todos estos datos curriculares tampoco le dicen mucho, o, por lo menos, no explican su inclusión en esta columna. No se preocupe, ahora sí le explico. Miguel Duaso fue el candidato que obtuvo la menor cantidad de votos en las primarias para alcalde en las elecciones del domingo pasado. Representando a Evópoli, compitió por Chile Vamos para ser el edil de este conglomerado en la comuna de Til Til y obtuvo solo 50 votos. Fue la votación más baja de los poco más de un centenar de candidatos que se presentaron para alcalde. Con este resultado, Duaso estuvo muy lejos de las votaciones más altas de Chile: Cristóbal Lira obtuvo 7.333 en Lo Barnechea, Camila Merino, 5.522 en Vitacura y Macarena Ripamonti, 4.843 en Viña del Mar.

Claro, Til Til no alcanza a tener más de veinte mil habitantes. No obstante, alguien podría contraargumentar que eso facilita las cosas. Menos calles que aplanar, menos casas que visitar y menos flyers que malgastar. A pesar de esto, no consiguió ni siquiera un apoyo de un 0,25% de la población de esta zona. Entre esos cincuenta, deben haber estado sus dos hermanos, sus mejores amigos, pareja, un par de empleados y algún otro despistado al que, frente a la papeleta, su apellido le sonó parecido al del Chupete Suazo.

No me quiero mofar ni hacer leña del árbol caído. Por lo demás, dudo que pueda obtener más que Duaso en una votación y eso que tengo más hermanos. A modo de anécdota, pese a llevar varios años escribiendo en este diario y algunas notas vinculadas a Wanderers, cuando llegué a la dirigencia del club, un hincha comentó en las redes sociales: “Ni Santa Isabel lo conoce”. Esa es mi realidad y, seguramente, la del 98% de los chilenos. Lo queramos o no, casi nadie nos conoce.

¿A dónde voy con el bueno de Duaso? Voy a que, pese a todas las expectativas que existen respecto de que el proceso constituyente sea llevado a cabo por personas comunes y corrientes, la realidad indica que, si un ciudadano de a pie, por mucho que ande en micro, se sepa el precio del pan, no llegue ni a la mitad del mes con su sueldo y sea querido por sus vecinos, no tendrá los medios para salir más allá de su burbuja. De ese micromundo de 50 fieles electores que soñaron con la posibilidad de que Duaso fuese su alcalde. Piénselo en serio: ¿cuántas personas cree que irían a votar, en forma voluntaria, por usted?

Aunque nos moleste, las primarias dejaron en evidencia que, pese al irrefrenable deseo de cambiar la manera como se toman las decisiones en el país, son los partidos políticos los que tienen la maquinaria para conseguir movilizar a un gran número de personas como lo hizo la UDI con Lira, Evópoli con Merino o Revolución Democrática con Ripamonti. Creer que en los casos más emblemáticos hubo una coincidencia de voluntad democrática, no solo es ingenuo, sino además estúpido.

¿Cómo salir de este embrollo? Si es que es un problema, una vía sería a través de la educación y un cambio de actitud frente a nuestro entorno. Involucrándonos activamente de aquellos ámbitos donde tenemos una cuota de participación directa: desde la reunión de apoderados, la asamblea del condominio, la junta de vecinos o en el club deportivo. En la medida que estos sectores intermedios crezcan y amplíen el espectro de participación a todos los colores políticos, podría generarse un contrapeso real frente a los partidos. Mientras eso no ocurra y usted siga limitando su ámbito de acción a la opinión de la sobremesa, comentario en Twitter y like en Facebook, no es mucho lo que se puede hacer.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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