Con un lápiz y un papel (una vez más)

25 de Octubre 2020 Columnas

Hace 32 años, el país vivía un proceso histórico y derrotaba a la dictadura de Augusto Pinochet con un lápiz y un papel. En aquella jornada, los chilenos fueron capaces de decir “no más”, de manera pacífica, pero además con altura de miras y una clase política que parecía haber aprendido de sus errores.

Mucha agua ha pasado bajo el puente desde aquel 5 de octubre de 1988, pero hoy el país vive una jornada igualmente histórica. De hecho, el pacto amplio que permitió llamar a los ciudadanos a pronunciarse por la redacción o no de una nueva Constitución, será recordado como una muestra de cómo deben operar las instituciones políticas en pos del bien común, aun cuando en realidad solo se hayan “subido al carro” de lo que sucedía en las calles.

Lo cierto es que en el fenómeno que hoy vivirán los chilenos será el punto de partida de un proceso que durará al menos dos años, pero cuyos resultados se constituirán en la piedra fundamental del devenir del país durante los próximos decenios.

El cómo se lleve a cabo esta jornada será en extremo relevante. No tendrá el mismo significado si se produce en un ambiente de tranquilidad, en el que los chilenos puedan ir a votar sin temores, que si sucede en medio de ataques violentistas. La paz social es una condición sine qua non para que el proceso sea realmente gratificante y para que sus resultados sean producto de la reflexión colectiva y no del miedo. Tal como fue en 1988, deben ser un lápiz y un papel los que determinen el futuro constitucional y no el desorden público.

Porque independiente del resultado, para que la nueva Constitución realmente esté cubierta por un manto de legitimidad no solo serán relevante los números y la diferencia entre quienes aprueben y rechacen, sino también el hecho de que esta haya sido construida en paz y sin restricciones ni de los poderes fácticos, ni de la violencia desatada.

Para lo anterior, también es importante la participación de la ciudadanía. Aun cuando no se haya considerado un mínimo legal para darle validez al resultado, lo cierto es que una asistencia a las urnas menor al 51% que hubo en la pasada presidencial, tendrá repercusiones en la validez que los distintos sectores le otorguen a la consulta. Aquello significaría un daño a la credibilidad del proceso y a la salida institucional para la crisis del 18-O.

En una entrevista hace algunos días, la cientista política Gloria de la Fuente manifestaba la importancia de que la crisis se solucione a partir de la creación de un nuevo pacto social, que una a los chilenos en torno a lo que debe ser el país en el corto, mediano y largo plazo. En esta línea, la votación de hoy es esencial, pues dará pie –sea cual sea el resultado- a la construcción de ese nuevo acuerdo. Pero sin participación ciudadana, este será puesto en duda constantemente.

Los distintos bloques políticos –con miras a los procesos eleccionarios del próximo año- también se verán afectados por los resultados de hoy. Si la diferencia entre el Apruebo y el Rechazo es demasiado amplia, la polarización será mayor y el sector que quede “dolido” tendrá una misión mucho más difícil para “levantarse” y echar a andar un nuevo proyecto hacia el futuro.

En la derecha, de hecho, las recriminaciones entre quienes apoyan una u otra opción, también repercutirán en el Presidente, al que todavía le queda casi un año y medio de gobierno. Parte de su trabajo será precisamente ordenar a su sector, pese a los “trapitos al sol” que saldrán a relucir cuando hoy a la noche se conozcan los resultados del plebiscito.

En la oposición, en tanto, la misión será cómo hacer suyo un posible triunfo –según adelantan las encuestas- que aparece como un logro de “la calle” más que de la izquierda institucionalizada. Muestra de aquello es lo que sucedió con el alcalde Daniel Jadue la semana pasada en la conmemoración del 18-O, cuando fue echado del lugar por los manifestantes, aun cuando tanto él como otros representantes del PC y el FA han intentado subirse, sin éxito, al carro de las protestas.

El proceso que comienza hoy es histórico y también la relevancia que tuvieron los propios ciudadanos en forzar que las instituciones buscaran una salida para la crisis, a partir de la posibilidad de reescribir el futuro con una revisión de la Constitución. Pero para que realmente sea una jornada memorable, debe ser sin violencia, con alta participación y con bloques políticos dispuestos a evitar el desangramiento y los falsos triunfos y, por el contrario, disponibles para comenzar a trabajar desde mañana en lo que la ciudadanía decida.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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