Chile vs Chile

17 de Junio 2019 Columnas

El hombre y su mujer escucharon que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora en que sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de él entre los árboles del jardín. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó: “¿Dónde estás?”. El hombre contestó: “Escuché que andabas por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí. Entonces Dios le preguntó: “¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras?” El hombre contestó: “La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí” (…) Al hombre le dijo: “Como le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije que no comieras, ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa”.

Este es parte del relato bíblico, del libro del Génesis, que explica la salida del jardín del Edén y la llegada a la tierra en la que habitamos. Desde el inicio, la mujer aparece sindicada como la culpable de haber cedido a la tentación de la serpiente y haber inducido al hombre a cometer la misma falta. De este mismo pasaje se deriva la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer: “Él tendrá autoridad sobre ti”.

La cita nos lleva al siglo XXI, específicamente, a las declaraciones de Gary Medel en torno a la polémica con Claudio Bravo. Para el recio defensor, todos los líos de la selección se generaron por los comentarios de la esposa del arquero en redes sociales y la falta de carácter del portero para enfrentar la situación: “Si Claudio viene, hay que hablar de frente, como hombres, por el bien de todos”.

La mirada machista de Medel no es exclusiva del defensor. La hemos visto en otros seleccionados e incluso en sus mismas esposas, que apoyan que ninguna de ellas puede referirse al trabajo de su marido.

Sin ir más lejos, hace una semanas, el Director Técnico de la Universidad de Chile, Alfredo Arias, apremiado por los malos resultados y su polémica llegada, espetó: “La verdad, ya me canséde actitudes de mujeres lloronas”.

El menosprecio a la mujer también se ve reflejado en que las hinchadas de los equipos más populares de Chile se refieren a sus rivales de manera despectiva ocupando exclusivamente seudónimos femeninos: Los de Colo Colo son “las zorras”, los de la Universidad de Chile son las “madres” y los de la Universidad Católica, las “monjas”.

Tres ejemplos que sirven para retratar que el fútbol chileno, desde adentro, sigue siendo uno de los últimos bastiones machistas en el Chile del siglo XXI. Una mirada que contrasta con el avance que ha tenido el fútbol femenino durante las últimas décadas y que ha sido coronado con el desarrollo de un mundial de fútbol en Francia que no tiene nada que envidiar al masculino.

Las mujeres se han ganado un espacio que, dado por los buenos resultados y audiencia, ha llegado para quedarse. La gracia de las futbolistas, o por lo menos de nuestra selección femenina, es que todavía guarda el encanto de aquel que desarrolla su arte por amor y no por dinero.

La historia de la selección femenina está viviendo el mismo proceso que vivieron los hombres cuando el fútbol todavía no era la “pasión de multitudes” y en una época en que la mayoría debía compatibilizar el trabajo con el juego.

Precisamente hace un siglo, se disputó el primer torneo sudamericano en Brasil y los jugadores chilenos vivieron un periplo de tres meses entre la ida y el regreso. ¿Cuántos de los jugadores de la actual selección estarían dispuestos a viajar en barco a Brasil y volver a lomo de mula como lo hicieron esos apasionados futbolistas? Seguramente, muy pocos.

Las jugadoras todavía mantienen la frescura e inocencia del jardín del Edén, mientras que la selección masculina circula en aquella tierra maldita, marcada por la vanidad, envidia y soberbia.

Aprovechemos ese “amateurismo” del que, por lo menos en el discurso, hablaba Sampaoli, para disfrutar de un mundial que nos recuerda que gran parte de las divisiones entre hombres y mujeres responden más bien a construcciones culturales que a realidades biológicas. Y, si es que nos da el tiempo, podremos ver también la Copa América y los últimos encuentros de una generación que brilló, antes de probar el fruto prohibido.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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