¿Centroderecha sin ideas?

21 de Abril 2022 Columnas

El filósofo escocés Adam Smith escribe en La Riqueza de las Naciones (1776): “El gobierno civil, en la medida en que es instituido en aras de la seguridad de la propiedad, es en realidad instituido para defender a los ricos contra los pobres, o a aquellos que tienen alguna propiedad contra los que no tienen ninguna”. En el origen del gobierno hay un conflicto sobre la propiedad y es a partir de este que se dibuja el espectro político y las ideas que lo atraviesan.

Las ideas de la centroderecha tradicionalmente se han identificado con los grupos propietarios. Esto es coherente con la consigna de la dictadura de Pinochet, de hacer de Chile un país de propietarios, y no de proletarios, buscando descomponer la identificación de la clase trabajadora como tal. La continuidad de la despolitización de las y los trabajadores ha sido la defensa de la “clase media”. Una clase media creciente, gracias al avance en la superación de la pobreza durante la transición. Por otro lado, en un tono más bien paternalista, al menos desde Ricardo Lagos, se habla de “vulnerabilidad”, pero nunca se habla de pobreza. Nadie es pobre, nadie pierde por la existencia del gobierno.

La necesidad de hablarle a la clase media es el corazón del análisis que hacía Luis Larraín en 2014, después de la derrota electoral ante Bachelet, lo que le traería buenos réditos a Piñera 2 en 2017, cuando gana apelando a los valores de la clase media: el esfuerzo, el trabajo y el mérito, que, algunas de las medidas de Bachelet 2, como “Admisión justa”, habrían tensionado. Pero la crisis política de 2019, y posteriormente la pandemia, dejaron en evidencia que el gobierno no tenía idea cómo vivía esa clase media a la que le hablaban.

El fracaso de las ideas dominantes del “segundo piso” se ha leído como la “falta de ideas” de la centroderecha chilena, pero este diagnóstico puede ser meramente parcial.

Valentina Verbal y Felipe Schwember, entre otros y otras, han buscado rescatar el sentido ético del libre mercado en tanto que expresión de la libertad individual, contra la idea del vaciamiento ético y político que supone la idea de “neoliberalismo” que estos autores rechazan. Por el lado de la llamada derecha “comunitarista” se destaca Hugo Herrera, quien busca “restablecer” la idea del Estado como algo más que un guardián de la propiedad privada, en tanto elemento organizador de la identidad de la nación. Cabe destacar aquí el papel de Herrera en la campaña de Desbordes, donde intentó dotarla de un relato opuesto al economicismo dominante de su sector, y anclarla en la tradición histórica de la derecha. Daniel Mansuy, por su parte, ha hecho aportes interesantes a la hora de abordar la dimensión conflictiva de las ideas políticas, de izquierda y de derecha.

En la derecha hay ideas. El problema entonces parece ser más bien el de su influencia en los discursos partidistas. La derrota de Desbordes en las primarias, y el posterior apoyo de éste al ultraderechista Kast en la segunda vuelta, terminan disolviendo toda relevancia de las ideas de una derecha política, “telúrica”, como dice Herrera. Si bien para este último la derrota de la derecha en las elecciones probaría su tesis de la derrota de las ideas economicistas, me parece, más bien, que lo que acaba probando es que a los políticos de derecha no le interesan las elaboraciones teóricas, más allá de los eslóganes o del coaching. Pero también habría que preguntarse hasta qué punto las ideas de derecha, libertarias o comunitaristas, se hacen cargo de la contradicción ya mencionada, pues la idea de que el libre mercado es una condición fundamental para la libertad y autorrealización de las personas, puede que no hacerle sentido a un porcentaje creciente de personas que no son propietarias y para las que el “mercado de trabajo” es sinónimo de precarización. Así como, por el otro lado, la idea del “pueblo” o de la “nación” como algo unitario, se vuelve compleja frente a un proyecto de nueva Constitución que finalmente reconoce a Chile como un país plurinacional.

Publicaa en La Tercera.

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