Cambio de ánimo

8 de Octubre 2016 Noticias

LA IMAGEN era elocuente.

Chile perdía 3-0 frente a Ecuador y los jugadores de La Roja deambulaban por la cancha como fantasmas. De pronto, la imagen de la televisión enfoca a Pizzi; el entrenador estaba sentado, abatido, con cero capacidad de reacción frente al desastre que estaba ocurriendo.

La situación no deja de ser coincidente con lo que sucede a nivel país. Hay una clara sensación de derrota y abatimiento. Y, hasta hace poco, una presidenta lejana, sin reacción. Como esperando que todo acabe pronto. Hasta hace poco digo, porque esta semana La Moneda anunció una suerte de estrategia para cambiar el ánimo. La Presidenta, dicen llegó del extranjero con las pilas cargadas y quiere terminar con el pesimismo reinante.

Pero que Bachelet se muestre más contenta no significa que las cosas cambien. Claro, en La Moneda están muy contentos porque la Mandataria subió cuatro puntos su aprobación, pero nada de eso dice que está bien: sólo un 23% de la población aprueba su gestión. El ministro de Hacienda, por su parte, también se sumó al optimismo, con el crecimiento de la economía de 2,5% en agosto, e incluso dijo que había aires primaverales -¿los “brotes verdes” del exministro Arenas?-, pero él sabe que la situación no ha cambiado en forma importante.

Es evidente, entonces, que modificar el estado de ánimo no sirve, per se, para enmendar el rumbo. Pizzi, al día siguiente del partido, dijo que su imaginación siempre es positiva. “Siempre creo que voy a ganar todos los partidos, aunque sea imposible”. Claro, eso es mejor que mostrarse derrotado, pero el verdadero problema del entrenador es encontrar la fórmula para que el equipo vuelva a ganar.

Lo mismo sucede con Bachelet. Siempre es mejor ver una presidenta activa que una ausente. Pero abrir una cuenta en Twitter o aparecer en Instagram con zapatillas rosadas, sirve de poco o nada.

Al igual que Pizzi, ella tiene que encontrar la manera de que su gobierno funcione.

Por eso, mejorar el estado de ánimo sólo ayuda si es que esa energía positiva se usa para enfrentar los problemas de manera creativa, distinta. Y si eso es así entonces se convierte en un catalizador que contagia. Pero, si nada cambia y los problemas subsisten, andar por la vida lleno de energía positiva, consigue el efecto contrario. Es casi una burla. Una suerte de disociación de la realidad que nadie entiende y sólo acrecienta el malestar.

Bachelet y Pizzi tienen que comenzár a ganar. Y en esto, la historia ayuda, pero sirve de poco.

El entrenador saca nada con pensar que somos campeones de América, si ahora estamos en el fondo de la tabla de eliminatorias. La Presidenta tampoco puede escudarse en que alguna vez fuimos, como país, los mejores de la región si hoy también estamos al fondo de la tabla en materia de crecimiento, por mencionar sólo un indicador.

Lo único que dice la historia es que Chile puede ser mucho más de lo que es hoy.

Y la responsabilidad de quienes están a cargo es llevar al país a ese potencial.

Para eso no basta con cambiar el ánimo; hay que cambiar el rumbo de las cosas.

Bachelet, dicen, quiere terminar con el pesimismo reinante.

Pero que se muestre más contenta no significa que las cosas cambien.

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