Corrientemente se nos llama a “no escuchar el canto de las sirenas”. Se usa para prevenir de una seducción a la que si nos rendimos nos lleva a la ruina. Por supuesto el origen es Ulises (u Odiseo, si usted es un purista clásico) y las sirenas. La idea es ligeramente más compleja: para escuchar el canto de las sirenas sin saltar por la borda seducido por ellas, Ulises tapó con cera los oídos de los tripulantes y se ató al mástil. Así las pudo escuchar sin morir en el intento, mientras los marineros continuaron conduciendo el bajel a lugar seguro. Es una historia sobre estrategias para fijar la propia voluntad y alcanzar nuestras metas.
Como Ulises, todos recurrimos a estrategias para controlar la debilidad de la voluntad (la acrasia) a la que somos tan afectos. Queremos dejar de fumar, entonces rehuimos ciertasreuniones sociales o vaciamos la mitad de la cajetilla; tenemos problemas de alcohol, evitamos los bares y ciertas amistades, etcétera. Como muestra Jon Elster, es también lo que hacen las constituciones: con ellas atamos nuestra voluntad colectiva para no morir ahogados en la insensatez. Elaborar estas estrategias requiere inteligencia. Debemos identificar el objetivo deseado, los medios para lograrlo venciendo la acrasia, así como el mejor modo de desplegarlos. El ABC de la estrategia.
Y por ahí va el problema del Presidente, que lentamente empieza a serlo para todos: elcontrol de los impulsos. Lo conocemos. A veces nos creemos (equivocadamente) geniales dando curso a nuestra espontaneidad; otras, mientras expresamos una idea sabemos quedeberíamos callarnos, pero lo decimos igual. Sostener que “se puede caminar por la plaza Brasil de noche”, mientras una sonrisita socarrona evidencia que él mismo nota la insensatez de decirle a la gente que sus sentimientos de temor cuentan menos que la apreciación del presidente con escolta (¿y quiénes eran los adalides de la “soberbia paternalista”?), ejemplifica lo segundo. Sostener “más Narbona y menos Craig”, quizás lo primero. Y los errores se multiplican. ¿Identificó al hablar el objetivo, los medios, y los modos de desplegarlos? En vista de los resultados, o es un muy mal estratega o no lo hizo.
Contra la impulsividad y falta de contención hay que idear y abrazar estrategias para, como Ulises, superarlas, y así poder alcanzar los propios objetivos. Contra la impulsividad y falta de contención hay que idear y abrazar estrategias para, como Ulises, superarlas, y así poder alcanzar los propios objetivos. Algunas que recoge la sabiduría popular son “morderse la lengua” y “contar hasta diez”, es decir, no improvisar. Supongo que sus asesores se esforzaran haciéndoselo notar. Pero atarse al mástil para contener la impulsividad es complicado cuando el problema es la impulsividad. Con voluntad y disposición a soportar los rasguños en el ego se pueden cultivar muchas de las habilidades requeridas. Pero también es cierto aquello del pórtico de la Universidad de Salamanca: “Quod natura non dat, Salmantica non praestat”.
Publicado por: La Segunda