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Autonomía y bienestar

La muerte asistida no es éticamente ilícita. Y en sociedades plurales, liberales y democráticas, como la nuestra, no hay ninguna razón plausible para prohibirla.
Daniel Loewe

Daniel Loewe

PhD en Filosofía
  • PhD in Political and Moral Philosophy, Eberhard Karls Universität Tübingen, Alemania, 2001.
  • Licenciado en Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1994.

Sus áreas de especialización son filosofía política, filosofía moral y ética, con especial énfasis en teorías igualitarias, multiculturalismo, teorías liberales, ética de los animales, ética del medioambiente y teorías de justicia internacional. Junto al desarrollo de numerosos proyectos de investigación s...

Señor Director:

La muerte asistida (eutanasia y suicidio asistido) se basa en dos valores: la autonomía y el bienestar. Considere el lector primero la autonomía: no es extraño que la eutanasia, de un modo u otro siempre presente en la historia, adquiera urgencia a ojos vista de una generación que ha podido ejercer autonomía sobre sus vidas como ninguna otra. Obtener control sobre las condiciones de nuestra muerte, el cuándo y el cómo, es parte del control sobre nuestra vida. Si le importa la forma que da a su vida, también debe importarle la de su muerte. Considere ahora el bienestar. En ocasiones el último capítulo de la vida se caracteriza por elementos que le quitan valor a la propia vida, como dolor o sufrimiento. Si un paciente quiere evitar esas situaciones, entonces la muerte asistida no lo daña, sino que lo beneficia. En tándem, ofrecen un argumento sólido a favor de un derecho a la muerte asistida en ciertas condiciones. Es solo consecuente con ello que el respeto a la autonomía del paciente (ya operativo en la aceptada doctrina del consentimiento informado), más el dictum de no dañar de la práctica médica, estén haciendo cambiar el ethos médico incluyendo así la muerte asistida (en Chile, según la encuesta del Colmed del 25 de abril de 2019, el 71% de los médicos está de acuerdo con la eutanasia). La muerte asistida no es éticamente ilícita. Y en sociedades plurales, liberales y democráticas, como la nuestra, no hay ninguna razón plausible para prohibirla. Por el contrario, su prohibición implica una falta de respeto a la integridad moral de los ciudadanos al obligarlos a vivir y morir en modos que se oponen a sus convicciones y valoraciones fundamentales. A riesgo de seguir faltándoselos, recurriendo para ello a valores impersonales determinados y sopesados por los que se arrogan acceso preferencial y directo al gran libro de la moral, es de la mayor urgencia activar la discusión y el proceso legislativo de la propuesta de muerte asistida.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

Autonomía y bienestar

La muerte asistida no es éticamente ilícita. Y en sociedades plurales, liberales y democráticas, como la nuestra, no hay ninguna razón plausible para prohibirla.

Señor Director:

La muerte asistida (eutanasia y suicidio asistido) se basa en dos valores: la autonomía y el bienestar. Considere el lector primero la autonomía: no es extraño que la eutanasia, de un modo u otro siempre presente en la historia, adquiera urgencia a ojos vista de una generación que ha podido ejercer autonomía sobre sus vidas como ninguna otra. Obtener control sobre las condiciones de nuestra muerte, el cuándo y el cómo, es parte del control sobre nuestra vida. Si le importa la forma que da a su vida, también debe importarle la de su muerte. Considere ahora el bienestar. En ocasiones el último capítulo de la vida se caracteriza por elementos que le quitan valor a la propia vida, como dolor o sufrimiento. Si un paciente quiere evitar esas situaciones, entonces la muerte asistida no lo daña, sino que lo beneficia. En tándem, ofrecen un argumento sólido a favor de un derecho a la muerte asistida en ciertas condiciones. Es solo consecuente con ello que el respeto a la autonomía del paciente (ya operativo en la aceptada doctrina del consentimiento informado), más el dictum de no dañar de la práctica médica, estén haciendo cambiar el ethos médico incluyendo así la muerte asistida (en Chile, según la encuesta del Colmed del 25 de abril de 2019, el 71% de los médicos está de acuerdo con la eutanasia). La muerte asistida no es éticamente ilícita. Y en sociedades plurales, liberales y democráticas, como la nuestra, no hay ninguna razón plausible para prohibirla. Por el contrario, su prohibición implica una falta de respeto a la integridad moral de los ciudadanos al obligarlos a vivir y morir en modos que se oponen a sus convicciones y valoraciones fundamentales. A riesgo de seguir faltándoselos, recurriendo para ello a valores impersonales determinados y sopesados por los que se arrogan acceso preferencial y directo al gran libro de la moral, es de la mayor urgencia activar la discusión y el proceso legislativo de la propuesta de muerte asistida.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.