Atentado al presidente del Directorio de Codelco

15 de Enero 2017 Columnas Noticias

El atentado al presidente del directorio de Codelco, Óscar Landerretche, nos trae nuevamente a la vista la existencia del fenómeno del terrorismo en Chile. Esto no es novedad. El atentado en el subcentro de la estación Escuela Militar del Metro o el incendio que mató a un guardia en Valparaíso el pasado 21 de mayo ya nos planteaban que en la sociedad chilena existen personas que por ideas políticas no trepidan en matar o herir a otro. Peor aún no temen, según nos anuncia el comunicado de adjudicación del ataque al Sr Landerretche en herir o matar a inocentes en pos de conseguir sus objetivos.

El mismo comunicado hacía una confusa invocación ecologista, pero ese no es el tema; excusas habrá siempre.

El tema es por qué la situación no se asume de forma seria y frontal y la violencia sigue siendo una opción viable para los fanáticos de cualquier color o causa. En la Novena Región es un hecho evidente y diario que ocurren ataques que han culminado con muertes atroces. Sin embargo, el enfoque ha sido eufemístico: “violencia rural”, robo de madera, etc.

Todo lo anterior sólo esconde una situación objetiva y que seguirá alentado a los desquiciados que la aplican. En Chile no se quiere asumir la existencia de este fenómeno social y nadie está haciendo nada para contenerlo. Se siguen manejando como fenómenos aislados y benévolos.

Para algunos casi como una niñería cuando se decía que las bombas se colocaban en sitios “inhabitados”. No se analiza qué es lo que está llevando a personas a un punto tan fanatizado de no temer matar. Si no se enfrenta el tema de forma integral, nos arriesgamos a que estos noveles “luchadores sociales” terminen cumpliendo sus amenazas.

El caso de la violencia en la Novena Región es diferente en su fondo, sin duda, pero el recurso a la violencia es el mismo. Sienten que no tiene ningún costo; la impunidad es percibida como natural y nuevamente la violencia asume la condición o recurso natural de fanáticos que no trepidan en buscar imponer bajo su amenaza sus personales visiones de la sociedad.

Si no asumimos la amenaza que significa la violencia política a un régimen democrático de convivencia social y la contenemos antes de que se conviertan en grupos más articulados y de acción mayor, podemos terminar con situaciones como las que en su momento vivieron España, Italia, Alemania o Gran Bretaña. Está en nosotros y en las instituciones contener este problema.

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