“Polémico homenaje a primera línea en Viña”, título de una noticia en primera plana de este medio del día jueves 16. Se trata de una escultura que forma parte de la exhibición colectiva “Memoria Gráfica Chile MMXIX” y que se puede ver en el Museo del Palacio Vergara. La figura ha generado diversas reacciones de rechazo, mediante términos tales como: “es un agravio”, “impresentable” y “apología de la violencia”. Por su parte, el coordinador de la muestra, Claudio Vergara, defiende la inclusión de la pieza argumentando que “lo que siempre se intenta exponer es lo que los artistas han visto sobre el movimiento social que se produjo en octubre”.
Que el arte puede ser provocador y escandaloso ya lo sabemos hace tiempo: Marcel Duchamp compra un urinario, lo da vuelta y tenemos una “fuente”. Andy Warhol toma una foto de Marylin Monroe, aplica la técnica de la serigrafía y ya tenemos a la actriz reproducida hasta el mareo… o el disfrute, depende. ¿Depende de qué? Que la subjetividad es un elemento al momento de juzgar una obra eso también ya lo sabemos.
Entonces, más que ponerme del lado de uno u de otro me interesa pensar la función del título en esta obra. Al pie del escudo de la figura se lee en letras mayúsculas: “Homenaje a la primera línea”. Es interesante recordar la función de guía, orientación de sentido e incluso manipulación que puede cumplir el título que acompaña una obra de arte. Como sostiene E. H. Gombrich: “lo que hace el título es cambiar nuestro ajuste mental y nuestra interpretación”. Veamos algunos ejemplos. En la colección del mismo Palacio Vergara se encuentra una estatua de mujer en mármol recostada y con la cabeza gacha. El título - intento recordar- es “desconsolada” o “sin consuelo”. Un título así cierra toda posibilidad interpretativa de mi parte y me obliga a ver ese estado anímico en el cuerpo de la mujer recostada. Un ejemplo más famoso: James McNeill Whistler retrata a su anciana madre y en contra de todo lo esperado titula su obra “Composición en gris y negro”. Hay títulos que abren el diálogo, que me obligan a plantearme preguntas nuevas, que me llevan a zonas antes no exploradas.
El arte, si bien puede tener muchas funciones, me parece más interesante si no me da todo hecho y me permite un espacio de interpretación y sugestión. Una escultura de una figura humana con un escudo y que tiene como título “Homenaje a la primera fila” ya zanjó del todo cualquier posible pregunta en relación a lo ocurrido. El artista ha decidido que esos sujetos son dignos de admiración y homenaje. Yo, por mi parte, como espectador/a, me adhiero o no me adhiero a la mirada del artista. Pero no pasa nada más, sin el título, por el contrario, me pregunto: ¿quiénes son? ¿son legítimas sus acciones? ¿Cómo llegamos como sociedad a esta situación límite? Juguemos un poco y cambiemos el título a ver qué pasa: ¿quién me metió en esto? o ¿soy un héroe?
Publicada en El Mercurio de Valparaíso.