Apruebo o Rechazo y una pregunta condicionada

2 de Septiembre 2022 Columnas

Este domingo se realizará el “Plebiscito Constitucional de Salida”. El último de estas características se realizó en 1980, sin embargo, en un contexto con una serie de irregularidades cometidas. En ese sentido, el antecedente más cercano lo encontramos en la elección que se desarrolló en 1925, para reemplazar la Constitución de 1833. Aunque más de la mitad de la población, a inicios del siglo XX ya sabía leer, se optó por una fórmula más didáctica para manifestarse sobre el proyecto que había sido encargado por el presidente Arturo Alessandri a una comisión de expertos.

El domingo 30 de agosto de 1925, hace 97 años, a las personas que iban a sufragar se les entregaban tres cédulas, acto seguido, el elector se debía dirigir al pupitre y poner en un sobre el voto que hubiera seleccionado, destruyendo secretamente y, antes de salir, los dos restantes, para posteriormente depositar su sobre en la urna.

Las fórmulas de votación eran una cédula roja, otra azul y una blanca. La cédula roja significaba la aprobación del proyecto elaborado por Alessandri, sin modificaciones. La cédula azul, implicaba la aceptación del mismo proyecto, pero con modificaciones. Y, por último, la cédula blanca, que determinaba el rechazo a la nueva constitución. Aunque con una baja participación, al día siguiente, los principales diarios del país anunciaban que el 90% de los electores habían optado por la cédula roja, que apoyaba el proyecto constitucional promovido por Alessandri.

¿Qué ocurrirá este domingo? En esta oportunidad no habrá cédulas de colores ni tampoco tres opciones, sino una sola pregunta que dirá: “¿Aprueba usted el texto de la Nueva Constitución propuesto por la Convención Constitucional?” Limitándose las respuestas a dos opciones: Apruebo o Rechazo.

El hecho de haber cambiado el “¿Quiere una nueva constitución?” del plebiscito de entrada por “Apruebo” condiciona la respuesta hacia la primera de las opciones (afirmativa), mientras que su concepto negativo (rechazo) queda de alguna manera aislado, pues la pregunta no lo respalda. Aun partiendo de la base que la pregunta original condiciona la respuesta, más objetivo habría sido estipular las dos opciones de la siguiente manera: Sí, apruebo o No, no apruebo.

Recogiendo la experiencia de 1925, una fórmula que tal vez habría permitido evitar la polarización en dos bloques, pudiera haber sido, tal como se propuso en algún momento, simplemente una de tres opciones, manteniendo la pregunta original: 1) Sí, apruebo 2) Sí, apruebo con modificaciones 3) No, no apruebo.

En resumen, las palabras, apruebo o rechazo, no son neutras y poseen una carga emocional que podría condicionar el resultado, más allá de las virtudes y defectos que tenga la constitución. Asimismo, haberse cerrado a solo dos opciones terminó polarizando innecesariamente a la población, en un proceso que de por sí ha sido lo suficientemente traumático. Esperemos que sirva de lección para futuros procesos.

Publicada en La Segunda.

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