¡Al 2021 los pasajes!

3 de Enero 2021 Columnas

“Quiero ser libre”, del grupo La Noche, es una de las canciones típicas de Año Nuevo, que probablemente varios entonaron en la velada del 31 de diciembre para reiniciar el calendario. Y seguro muchos la cantaron a pulmón abierto, después de este 2020 remecido por la llegada del coronavirus y los prolongados encierros y cuarentenas.

A primera vista, hay poco que rescatar de estos 365 días. Rápidamente pensamos en tristeza por quienes han despedido a algún familiar o amigo producto del virus; preocupación por las personas que han perdido sus fuentes laborales y emprendimientos, por esta mezcla diabólica entre el estallido social y el arribo de la pandemia, e incluso miedo por los hechos de delincuencia y violencia, que en los últimos meses se han convertido en noticia obligada en todos los medios.

Lo cierto es que los hitos negativos de este 2020 hacen que las expectativas para el 2021 sean muchísimo más altas. De hecho, esta semana en la encuesta Cadem, aumentó seis puntos la cantidad de consultados que se mostró optimista frente al futuro del país. En el fondo, los chilenos ansiamos volver a la normalidad real –no a la “nueva”-, sobre todo en un año que será en extremo infartante.

#AñoElectoral: Ocho serán las elecciones que se darán cita entre abril y diciembre de 2021, sin contar las primarias –legales o ciudadanas- que irán surgiendo en el camino.

Así, marcado por el coronavirus que se resiste a ceder, este primer mes del 2021 llegará cargado del ambiente electoral que se tomará el año completo, a partir de la inscripción de las candidaturas a gobernadores, alcaldes, concejales y constituyentes, el 11 de enero, para lo cual todos los partidos están haciendo movimientos de último minuto. Pero, además, la mayor parte de las tiendas pretende definir sus precandidatos presidenciales durante este periodo y las fuerzas para aquello –incluida la “venia” de Michelle Bachelet a su nominada, Paula Narváez- están en plena pugna.

Luego, será abril el que se nos venga encima, con las elecciones de esos cuatro cargos, cuyas campañas deberán tener una alta dosis de información y educación, pues la ciudadanía se verá conflictuada entre la necesidad de cuidarse de los contagios, las dificultades para generar un ambiente electoral producto de la pandemia –como sucedió con las primarias de este 2020-, la necesidad de participar en procesos eleccionarios de suma relevancia para el país y el enredo que significará las cuatro papeletas juntas.

Un capítulo especial será el de los jefes regionales, que por primera vez serán electos popularmente (aun cuando todavía no tengan atribuciones ni recursos definidos ni claros) y la nominación de los constituyentes, con la dificultad que la paridad entre mujeres y hombres, además de los escaños reservados para pueblos originarios, instalarán.

Las elecciones de abril darán pie al inicio del trabajo de la convención constitucional, que tendrá nueve meses para trabajar en una propuesta de reforma a la Carta Magna, con el ojo ciudadano puesto encima y los coletazos del estallido social todavía en la retina. Las redes sociales probablemente hervirán de recetas y críticas, pero los constituyentes tendrán que hacer oídos sordos y concentrarse en los mecanismos y la forma en que resolverán las diferencias.

Además, apenas terminemos de elegir alcaldes, concejales, gobernadores y constituyentes, llegará octubre (¿en qué circunstancias?, no lo sabemos). Y entonces se nos vendrán encima las presidenciales, parlamentarias y la definición de consejeros regionales. Nuevamente la forma en que se llevarán a cabo estas campañas deberá tener una alta dosis de creatividad por parte de los partidos y candidatos, en una situación sanitaria que aún es una nebulosa, pero que puede atentar contra la participación. Sabemos ya, a partir de la experiencia del plebiscito constitucional de este año, que, con incentivos adecuados y preparación, la gente se motiva y participa. Pero, por el contrario –como sucedió con las primarias del 2020- cuando no se informa a los electores y se da por sentada la concurrencia a las urnas, el resultado es catastrófico.

#ElPatoCojo: En La Moneda, el 2021 tampoco será fácil. A la gestión de la pandemia –vacunación mediante-, se sumará el último año de gobierno para el Presidente Sebastián Piñera, con el síndrome del “pato cojo” instaladísimo, que lo mantendrá ocupado entre apoyar a quien Chile Vamos defina como su “sucesor natural” y mejorar sus niveles de aprobación, para no dejar la presidencia como el jefe de Estado peor evaluado desde el regreso de la democracia. Si miramos la historia reciente, a partir de la encuesta Cadem, Michelle Bachelet dejó el palacio de Gobierno con 37% de respaldo, mientras que hoy el mandamás de la nación llega apenas al 17%. Cómo subir esos niveles y dejar un legado que sea recordado positivamente en los libros de historia, será parte relevante del quehacer de Piñera para este año, junto con mantener la banda presidencial en su coalición y no ser nuevamente –como en su primer mandato- quien se la entregue a la oposición.

#ProyectosEmblemáticos: El Parlamento, en tanto, deberá hacer frente a la mala evaluación de diputados y senadores, en un año en que las campañas se tomarán la agenda. La forma en que se acometerá esta elección, intentando mejorar la percepción de la ciudadanía, con la pandemia aún vigente y los coletazos del estallido social ídem, serán parte de los desafíos para este 2021. Pero, además, el año comenzará con la discusión de proyectos emblemáticos, como la agenda de seguridad planteada por el Ejecutivo, el avance de la reforma al sistema de pensiones o el indulto a los procesados por el 18-O. Aquello, sin considerar las propuestas tendientes a darle un empujón a la alicaída situación económica del país.

A falta de vacaciones por la pandemia, los pasajes para el 2021 ya están aquí. Con estos desafíos políticos y el coronavirus presente en cuerpo y alma, la anhelada normalidad no parece estar ni cerca de llegar.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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