Agenda de cambio climático y crisis social

20 de Diciembre 2019 Columnas

Chile durante la  COP 25  avanzó más allá de sus compromisos de mitigación de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), adelantando que la generación eléctrica al 2030 será un 70% renovable y acelerando el retiro de las centrales térmicas a carbón.

Cabe preguntarse si es prioritario ir mucho más allá de las obligaciones contraídas en París, tomando en consideración que Chile contribuye solo con el 0,26% de las emisiones de GEI y que el estallido social que ha vivido el país requiere redefinir prioridades y poner foco en una agenda social potente, en un contexto de menor crecimiento y estrechez fiscal y de la renuencia de los principales emisores de establecer nuevos compromisos vinculantes en la COP 25.

Responder esta pregunta es complejo, existen diferentes fuentes de emisiones y capturas de GEI, mitigarlas tienen efectos económicos y sociales diferenciados.  Algunas son de alto costo y pocos beneficios locales y para el país. Mientras que otras pueden tener significativo impacto positivo en sectores vulnerables y con positivo impacto en crecimiento dinámico, sofisticación productiva  y empleo.

El primer criterio a considerar es privilegiar intervenciones de alto  impacto ambiental global y elevada rentabilidad económica e impacto social. Por ejemplo, el uso de leña húmeda entre Rancagua y Coihaique en Invierno, tiene un elevado costo social para el país y también contribuye al calentamiento global.  La combustión incompleta de la leña genera “black carbon” que tiene un efecto significativo en el calentamiento a corto plazo.  Estas emisiones, también  causan alrededor de 4 mil muertes prematuras al año y altos costos por morbilidad en el sistema de salud. Adicionalmente, una elevada proporción de esta leña húmeda proviene de explotaciones forestales ilegales que nos son renovables y por tanto generan elevadas emisiones de Co2.

Otro ejemplo, los incendios forestales del 2017 generaron emisiones de 72,8 millones de toneladas de CO2, tres veces más que lo que genera todo el parque automotriz en un año.  Al mismo tiempo genera costos locales enormes. Invertir en prevención y contención del fuego es una de las inversiones con mayor impacto global y local.

En el sector transporte la promoción del Ferrocarril y del transporte público cobrando por el costo externo de los camiones y autos en contaminación, congestión y accidentes, tendría impacto de reducción de emisiones locales y globales y gran impacto en calidad de vida y eficiencia.

Una segunda dimensión es la generación de activos intangibles que generan valor a nuestra economía. Una política de reducción de emisiones globales que reduce la traza de carbono de  nuestras exportaciones genera un diferenciación que será crecientemente valorada por el mercado. Incluso, las regulaciones nos generarán beneficios.  Europa y Japón están estableciendo políticas que implicarán impuestos que dependen de la traza de carbono de sus importaciones.  Esto con el fin de evitar el dumping ambiental. Chile posee una singularidad extraordinaria, la mejor radiación solar del mundo junto al  mayor distrito minero que produce materiales para la electro movilidad, construcción sustentable y bienes de capital para ERNC.  En estos casos la reducción de emisiones, por ejemplo avanzando en energía eléctrica renovable, no solo tiene impacto social local positivo, sino que se transforma en un estimulo a la inversión, innovación y crecimiento económico sustentable.

Publicado en Diario Financiero

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