Acerca de los restos incaicos hallados en la plaza O’Higgins

3 de Enero 2017 Columnas Noticias

El descubrimiento de vestigios prehispánicos en excavaciones realizadas en la Avenida Argentina, en lo que correspondía al antiguo estero de Las Delicias, permite derribar algunos mitos respecto al proceso de conquista que se llevó a cabo hace más de cinco siglos.

Por lo mismo, corresponde diferenciar lo que realmente sucedió con el relato de estos hechos. En ese sentido, contamos con solo una parte de la historia, aquella que fue contada por los españoles con una doble intencionalidad: primero, trascender en el tiempo por intermedio de un relato épico y, segundo, obtener la gracia y compensación del monarca. Los nativos, en cambio, al no tener desarrollada la escritura, no dejaron testimonio de cómo realmente fue el proceso visto por los sometidos.

Lo interesante es que después de tanto tiempo, algunos de estos mitos perviven en la memoria colectiva a tal punto que personajes casi mitológicos como Lautaro o Colo Colo, cuya existencia, desde el punto de vista histórico, resulta más que cuestionable, han sido considerados como parte del panteón de los héroes nacionales.

En esta misma línea, el relato de la conquista que nos llega a través de los cronistas hispanos induce a creer que ellos iniciaron la fundación de ciudades a partir de la nada lo que, desde una perspectiva lógica, resulta discutible.

Si la conquista pudo tener el éxito que tuvo, no fue ni por los caballos, ni por las armas de fuego, ni tampoco por las armaduras que protegían a los conquistadores. Los españoles pudieron ejecutar el control del territorio gracias a la presencia de indios amigos, tribus que habían sido sometidas por los aztecas en el norte, los mayas en el centro de América y los incas en el sur. Para estos indígenas los españoles fueron una oportunidad para salir de ese control y vengarse de todos los abusos que implicaba el sometimiento de un grupo hacia otro.

Sin embargo, esta es una historia políticamente incorrecta. Desde la llegada de Colón hasta el día de hoy, hay una lucha entre una mirada idealizada y una leyenda negra de la conquista, siendo esta última la que pervive con más fuerza y que trata de imaginar una América prehispánica como una especie de Edén que fue interrumpido, de forma abrupta, por la llegada del hombre civilizado.

Lo cierto es que, para la mayoría de los indígenas, aquellos que estuvieron sometidos al imperio azteca o incaico y luego al imperio español, su vida siguió siendo, después de la conquista, tan miserable como lo era antes de 1492.

También desde un punto de vista lógico, no tenía sentido que los españoles quisieran comenzar el surgimiento de ciudades a partir de cero. Aún antes de que se encontraran estos vestigios, tanto en Santiago como en Valparaíso, es comprensible que los europeos hayan aprovechado el conocimiento y experiencia de los nativos para ubicarse en zonas con acceso a agua, comida y rutas de entrada y salida.

No debemos olvidar que la conquista hispana fue una empresa privada en la que los conquistadores se jugaban su patrimonio y futuro. No había espacio para asumir riesgos innecesarios como podría haber sido apostar por un espacio respecto del cual no existían referencias. Había que ubicarse donde estaban los indios, no solo porque tenían el conocimiento del lugar, sino además porque sus manos eran útiles para el servicio de la Corona.

Ya era conocida la presencia de tribus changas en la bahía de Valparaíso, hombres que sobrevivían gracias a la pesca y que, seguramente, vivían bajo el control de los incas. Por esto no es raro que se encuentren más restos como los que ya se han encontrado en el centro de Santiago o en la plaza O´Higgins. Es difícil pensar que no haya conexión entre estos vestigios y lo que hemos visto en la Plaza de Armas de la capital. Y, coherente con esto, es dudoso que hayan sido los españoles quienes establecieron la conexión entre el puerto de Valparaíso y la ciudad de Santiago.

Finalmente, pero no menos importante, queda como tarea para las autoridades preservar estos vestigios en armonía con las obras modernizadoras que se están emprendiendo, para reconstruir una historia de la que solo tenemos una parte.

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