4 de julio y la convención constituyente

4 de Julio 2021 CEA Columnas

El 4 de julio es una fecha significativa para la historia mundial. Ese día, el año de 1776, Estados Unidos declaró la independencia de la monarquía británica, inaugurando un sistema político completamente revolucionario que hasta el día de hoy se ha mantenido de forma inalterada, aunque amagado por el asesinato de algunos presidentes.

Una de las bases de este sistema es la democracia y, junto con él, la división de poderes, que permite un balance óptimo entre el Poder Judicial, Ejecutivo y Legislativo. Una evidencia de este mecanismo de control lo podemos observar en que ninguno de los panoramas apocalípticos que intentaron presentar los republicanos contra Barack Obama y los demócratas contra Donald Trump se cumplió. Y es que, gracias a este esquema, no basta con promesas y buenas intenciones, hay que dialogar y negociar para poder llegar a un buen puerto. En consecuencia, el poder del presidente en los Estados Unidos es limitado por los otros dos poderes y viceversa.

Siguiendo con esta fecha, en internet, es fácil encontrar la versión original del borrador del acta de independencia de los Estados Unidos. Ahí podemos ver como los representantes de los distintos estados, pese a sus diferencias políticas, sociales y religiosas, tal como queda en evidencia a través de rayones y palabras tachadas. Pese a eso, fueron capaces de llegar a un consenso y establecer un texto que los representara a todos.

¿De qué forma trascendió esa fecha para Chile? Aunque no hay acuerdo entre los historiadores, me inclino por aquellos que consideran que la elección del 4 de julio para inaugurar la primera sesión del Congreso Nacional de Chile en 1811 no fue producto de la casualidad, sino que podría haber tenido que ver con esa admiración de algunos patriotas, en especial, José Miguel Carrera, por los Estados Unidos.

Exactamente, veinte años después, un estado en formación se planteó la necesidad de formar una convención que analizara y modificara la Constitución de 1828. Si el 4 de julio aparece como una fecha simbólica para la ceremonia que vamos a vivir este domingo, el espíritu de la Gran Convención de 1831 puede servir de inspiración para quienes van a tener el honor de formar parte de ella este día.

En esta línea, me gustaría recordar el mensaje del presidente Joaquín Prieto al momento de su inauguración: “Vais a registrar los derechos y deberes no de un millón y medio de hombres que pueblan hoy a Chile, sino de las generaciones que deben formar algún día una Gran Nación Sudamericana; y como pende de vosotros la dicha o la desgracia de los mortales más dignos, vais también a merecer la execración o las bendiciones de todos los siglos. Concentrad todo vuestro amor patrio, fijaos en el estado y necesidades del precioso suelo que os vio nacer: recordad a cada momento que sois legisladores para Chile y que el fin de las leyes es la ventura de los hombres y de los pueblos y no la ostentación de los principios; haceos y hacednos dichosos, y contad con las bendiciones del cielo y de los hombres”. Aunque las palabras fueron dichas por el general Prieto, no es extraño que detrás de ellas haya estado la genialidad, ponderación y visión de Andrés Bello.

A modo de conclusión, es de esperar que las demandas, exigencias y condiciones que algunos han tratado de imponer a la fuerza, incluso antes de que los constituyentes puedan reunirse, terminen diluyéndose en un ambiente de cooperación y diálogo. El mismo que permitió, también un 4 de julio, dar los primeros pasos a la primera nación democrática en Norteamérica y, hace 190 años, elaborar una de las constituciones de mayor vigencia en nuestra historia. Siempre, como lo señaló Prieto en su mensaje inaugural, siguiendo el principio fundamental de que no están haciendo la constitución para un grupo, ni siquiera para 17 millones de chilenos, sino también para las futuras generaciones.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

 

Redes Sociales

Instagram