Cambio de hábito: la revolución la trajo el agua
Egresado de la Escuela de Negocios UAI, Claudio Brinkmann, pasó de trabajar en Mesa de Dinero a fundar un emprendimiento sustentable.
2 de octubre de 2020
Cuando tenía solo 27 años, Claudio Brinkmann, ingeniero comercial de la UAI, tenía todo lo que había soñado, al menos en el ámbito profesional: Una carrera exitosa en el mundo de las finanzas, respeto de sus pares, conocimiento, experiencia. Era trader de FX en uno de los bancos más importantes de Chile, lo que quiere decir, en términos fáciles, que su trabajo consistía en comprar y vender millones de dólares, tratando de conseguir liquidez y rentabilidad. Su vida era dinámica, la adrenalina, una compañera diaria.
Se movía por la ciudad en el auto descapotable que quería y parecía que todo iba bien en una de sus metas “ganar la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible,” como cuenta hoy de forma muy honesta. Incluso le llegó una oportunidad de oro: le ofrecieron irse a trabajar a Nueva York. Estaba en eso, en busca de un departamento en la Gran Manzana cuando…decidió renunciar. Sí, dejarlo todo ¿Su entorno? No lo creía. Lo conocían y sabían cuáles eran sus objetivos, pero nadie sabía qué hace algún tiempo, también, y cada vez con mayor frecuencia, un pensamiento, una idea, no lo dejaba tranquilo. “Con este trabajo… ¿en qué estoy aportando?” Cuando uno de sus grandes amigos, además, le preguntó: “¿cuánta vida te está costando tu sueldo?” comprendió que la respuesta era mucho más difícil de asimilar de lo que hubiera deseado y que tener bienes materiales al alcance de la mano estaba – está- bien lejos de significar felicidad.
Decidió cambiar.
Tomar un rumbo completamente inesperado, donde fue el agua la que le mostró el curso a seguir.
Una nueva corriente
En su trabajo en la banca, a Claudio le llamó la atención el crecimiento que estaba teniendo una importante marca chilena de agua purificada embotellada, que se había vuelto la favorita de muchos consumidores. En un rápido análisis, notó que el 80% del costo de ese producto se lo llevaban el envasado y el transporte, y solo un 20% el agua. Eso, por una parte, y por la otra, le impactaron malas noticias con respecto a Chile: el país es el 3ro a nivel mundial en consumo de bebidas azucaradas per cápita, y contaba con números alarmantes en cuando a obesidad infantil, que nos tienen hoy, en el 2020, como el país con los mayores índices de este problema en el mundo. Lo que Claudio se preguntó entonces fue… ¿Es posible cambiar los hábitos de los chilenos de forma sencilla…y hacerlo con una empresa sustentable?
Se le ocurrió una idea y le contó del proyecto que tenía en mente a su mejor amigo del colegio, el también ingeniero comercial de la UAI, Rodrigo Bulnes, quien se entusiasmó tanto con lo que proponía Claudio que también renunció a su trabajo. Se convirtió en su socio en Maihue, o en lo que ellos llaman...”la revolución del agua”.
Maihue
Maihue es una palabra en mapudungun que quiere decir jarrito para beber agua. “Los mapuches tienen una visión más inclusiva con el medio ambiente, donde uno es responsable de sus residuos. Maihue es tu taza, tu jarrito, es ir directo a la fuente”, dice, y ese concepto quisieron trasladar al hogar de los chilenos: agua de la red, pero purificada a través de la mejor tecnología para ser consumida de manera ilimitada por un precio fijo, ahorrando un 90% del costo asociado y con 0% de generación de plástico. “Había mucho que mejorar en el mercado del agua, en el acceso al agua de primera calidad y además mucho valor que entregarle al cliente, como ofrecerle rebajas en los costos y mejoras en los procesos”, cuenta. Para llegar al dispensador perfecto, que entregara agua caliente y fría con el mismo sabor y propiedades que el agua purificada embotellada de mejor calidad, Rodrigo y él se embarcaron en un viaje a Asia donde visitaron numerosos proveedores hasta encontrar la máquina que tuviera la tecnología que mejor se adecuara a sus altas exigencias, y la trajeron a Chile.
¿El modelo de negocios? Ellos no venden las máquinas, sino que las arriendan mediante una suscripción. “Nos dimos cuenta que la venta no era el modelo correcto por el alto costo de los dispensadores. Comenzamos a arrendarlas mediante una suscripción que incluye todos los mantenimientos – con una persona que realiza los cambios de filtro y comprueba que todo esté bien cada seis meses. Además, la empresa puede entregar un certificado de reciclaje, que detalla cuánto pueden bajar sus emisiones y cuanto plástico ahorran con el sistema la grandes empresas y los hogares.” Lo mejor dice, es comprobar que sus clientes efectivamente cambian de hábito: tener agua de alta calidad, de un sabor delicioso en casa, y de forma ilimitada, hace que el consumo de otro tipo de líquidos baje considerablemente, y que el agua empiece a trabajar en el organismo de las personas, traduciéndose en una mejora en la calidad de vida para todos los habitantes de la casa. Además, Claudio se siente orgulloso –aunque quiere hacer más – en aportar a evitar el uso de botellas plásticas, que en todos los países se ha vuelto un problema, sin exagerar, aterrador: cada minuto, se compran un millón de botellas de plástico en el mundo, que acaban o en vertederos o en el mar.
El día de hoy, Maihue es la empresa n°1 de Chile en agua purificada en hogares, con 5 mil casas inscritas a la suscripción. También están en hoteles y restaurantes, como el 040, el Europeo, Naoki y en el Ritz Carlton. Antes de su cancelación, Maihue sería la encargada de abastecer de agua para consumo a la COP-25, tienen un importante crecimiento en redes sociales con embajadores que creen en su visión y, además, ya planean en expandirse a otros países de Latinoamérica.
El impacto de la pandemia
A diferencia de otras empresas, Claudio cuenta que, si bien en un comienzo el coronavirus les removió el piso, también significó para ellos una oportunidad de tomar perspectiva. “Nos teníamos que adaptar, nos apoyamos en la tecnología y logramos estructurarnos y organizarnos mucho mejor,” dice el ingeniero comercial, quien cree además que su paso por la Universidad Adolfo Ibáñez le imprimió un sello: “Una forma de enfrentarme al mundo, reconociendo que tú tienes poder para hacer. A través de una visión, una idea, llevarla a ejecución y convertirla en realidad.”
Y claro, la pregunta que no podía faltar: ¿Es más feliz ahora, teniendo un emprendimiento que tiene un propósito definido, que busca cambiar los hábitos e impactar tanto en la salud de los consumidores como mitigar el impacto ambiental? La respuesta “100% más feliz” es la que trajo consigo el agua.