Que nunca falte en nuestras salas de clases la palabra que sabemos que “ese” estudiante necesita, esos minutos extra para que tome confianza en sí mismo y pueda compartir su opinión o dar una respuesta. Creo que se espera que hoy seamos más maestros que profesores, lo que puede resultar toda una osadía, pero no está de más el esfuerzo.
Es muy fácil cancelar o funar a alguien o algo en virtud de lo que pienso, pero el retracto no es tan común como lo debiera ser: si alguna persona se equivocó y se demostró un error, no funcionan las redes con tanta premura como lo hacen cuando se quiere señalar una falta.
Mientras seamos responsables de nuestros actos y decisiones, mientras la pandemia se siga combatiendo desde todas las trincheras, ya volverá lo demás. Y quizás también la vida universitaria que conocimos y muchos anhelamos.